No hubo tregua en el fondo norte. La afición se desgañitó para alentar a su equipo en una batalla más dentro de una guerra que sigue siendo complicada, pero que se ve más asequible que nunca tras el nueve de nueve ante los tres cocos del grupo. Los seguidores empujaron a los once del césped y terminaron fundidos en un abrazo con Caramelo tras el disparo certero del extremo ya en el tramo final.
Con bombos, banderas y muchas camisetas rojiblancas, los hinchas demostraron que la fe no está solo en el vestuario, también en una grada muy habituada ya a padecer. Las ganas de revertir la tendencia negativa son tales que los aficionados se aferran a cualquier atisbo de esperanza y este empieza a hacerse más grande a medida que avanza la temporada
Una vez más, los incondicionales no fallaron, y tampoco los equipos de cantera, que pisaron primero el césped y más tarde se subieron a animar a los mayores en una gran tarde en el Ruta de la Plata. El Zamora cree. Su gente también.
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