“Muy estimadas autoridades, 'peleínos y peleínas', zamoranos, amigos todos: Tengo el inmenso honor de pregonar en este acto las fiestas patronales de la Virgen del Carmen en este entrañable pueblo de Peleas de Abajo inmerso en esta perillanura que llamamos Tierra del Vino que lo es también del Pan en nuestro ámbito zamorano. Tierra del Vino y del Pan, que es el más noble y sencillo título que puede tener cualquier espacio de nuestra tierra global como sobrenombre. Tierra donde hunde sus raíces el origen de mi sangre. Tierra donde  llamamos al pan, pan y al vino, vino, tan sencillo, tan sin rodeos.

Empezaré citando una sencilla reflexión atribuida al gran poeta alemán Rainer María Rilke en la que dice que la patria del hombre es su infancia. Y este va a ser el hilo conductor de este pequeño pregón que es en realidad un encuentro entrañable y afectuoso entre paisanos, familiares y amigos.

Yo no soy literato y probablemente sea un mal pregonero, aunque estoy vinculado desde el tuétano de mi padre, Virgilio Pedrero, al arte plástico por razones de intuición genética y por razones de paisanaje y de verdadera admiración con quien fuera mi querido amigo, nuestro poeta Claudio Rodríguez, o el también amigo e igualmente querido  Jesús Hilario Tundidor, entrañables compañeros de vida desde la infancia. Ellos han sabido universalizar a Zamora como nadie con su excelsa obra y son espejos zamoranos en los que siempre hay que mirarse.

Pero ante todo quiero dedicar este pequeño canto desde los más profundos días en que nuestra memoria se instala en el tiempo de nuestras vidas, de nuestra conformación como seres y testigos de nuestros primeros actos ante el mundo.

No fue por casualidad que aquí, en Peleas de Abajo, en esta tierra zamorana donde batallaban moros y cristianos, naciera mi madre, Carmen Yéboles Garrote, fallecida en 1999, hija de Concepción, aquí enterrada, y de Francisco, peleína de pleno derecho. Carmen Yéboles, la señora Carmen, mujer trabajadora y abnegada madre hasta lo indecible, para quien las horas y los días no existían si no eran para el bien de sus cinco hijos y para todo aquel que se acercaba a pedir ayuda, pues a su lado el hambre nunca existió para nadie en los tiempos duros de la Posguerra y posteriores. Aquel lugar, nuestra casa, se llamó “La Golondrina”, un bar-restaurante de tan buen recuerdo para tantos zamoranos

Precisamente hoy, un 16 de julio de 1903, un día del Carmen, venía al mundo mi madre en este pueblo y desde siempre fue día de fiesta y alegría en nuestra casa por celebrar tantos años el cumpleaños y santo de quien fue auténtico pilar en nuestras vidas. Para ella, mi madre, un beso.

No es por ello tampoco casualidad que yo encuentre y tenga aquí mis raíces familiares maternas y mis primeros recuerdos de abuelos, tíos y primos, algunos ya fallecidos, y descendientes de nuestro tronco común, como quien es hoy alcalde, Félix, quien ha sido el motor y motivo de esta comparecencia que espero sea de vuestro agrado aunque se aparte un poco de lo que es un pregón literario preconcebido al uso. 

Y tampoco es casual que desde la infancia más lejana afloren vagamente los recuerdos y sensaciones como la del primer viaje en autobús del que yo tenga memoria hacia Peleas, seguramente sentado en el regazo de mi madre, en el que a mí me parecía que los árboles que había al pie de la carretera andaban, cuando lo que sucedía era en realidad al revés, éramos nosotros los que nos movíamos, recorriendo la distancia entre Zamora y la casa materna. Yo debía tener entonces 3 ó 4 años. 

Y me vienen a la memoria las estancias en casa de mi tía Manuela, en los veranos de los años 40 y 50, con mis primos trabajando y trillando en la era al pie del Arroyo de Valparaíso, que nace en el mismo lugar donde nació un zamorano, Rey y santo, Fernando III, patrono de Sevilla. Allí ellos nos cogían cangrejos a mano entre las espadañas para que jugáramos nosotros en la hierba y a la sombra del Soto.

O las posteriores visitas donde yo dibujaba en la mañana de un acarreo la siega o el carro de mulas descansando de la faena. Empezaba a ejercitarme  en el mundo del dibujo y de la pintura, lo que como sabéis es mi vocación de siempre y para siempre.

Pues bien, desde aquella inolvidable infancia personificada hoy en el recuerdo de mi madre, en el día de su nacimiento, hace 113 años, en su querido pueblo de Peleas de Abajo  y en el día de su Virgen y Patrona del Carmen, que siempre le acompañó en forma de medalla sobre el pecho, quiero dedicar a su memoria y a mi familia materna este pregón, extensivo a todos los peleínos y peleínas que han dedicado y siguen dedicando toda su vida a este querido y entrañable espacio de nuestra tierra que mucho ha cambiado desde aquellos días y para el que todos deseamos el mayor bien para su futuro.

La finalidad de este acto no es otra que expresar mi profundo deseo de bienvenida a los actos programados para que todo nuestro espacio humano y temporal se torne en festivo y alegre, jocoso, divertido, en rotundo y pleno tiempo de felicidad para el buen nombre de Peleas de Abajo. Para que un año más haga honor a su excelsa y querida Patrona, la Virgen del Carmen, siempre marinera que aquí navega sobre los trigos y que se mueven  cuando en sazón los agita el viento promoviendo el “concierto de espiga contra espiga”, que bien dice nuestro poeta Claudio.
 Virgen que nos ampara bajo su manto a todos lo zamoranos y peleínos, lugareños y forasteros, concediéndoles toda clase de bienaventuranzas en su vida, para su bien común y familiar y favoreciendo la  buena convivencia entre todos los vecinos y allegados.

No fue casualidad tampoco que hace unos años, estando yo gravemente enfermo en una operación cardiaca complicada, en un hospital de Salamanca hubiese una pequeña estampa de la Virgen del Carmen de Zamora, que curiosamente es la Patrona de mi barrio, el casco antiguo, a quien uno de mis hijos le rezaba por el cariño que su abuela supo inculcarle por esa advocación, la Estrella del Mar, la Estrella de la Mañana y que aquí en Peleas también se traduce a uno de sus términos más poéticos y bellos. Y Ella debió escuchar aquel ruego, porque aquí estoy hoy pregonando y celebrando un año más su fiesta en Peleas, que esta tarde será procesión en Zamora bajo los balcones de mi casa, que es la vuestra.

Para terminar tan solo señalar que también en la procesión de la Mañana, relativa esta vez a la madrugada del Viernes Santo de la Cofradía de Jesús Nazareno, la Vulgo Congregación de Zamora, figura un Nazareno de mi autoría. Y viene al caso porque se dio la circunstancia de que el mismo día en que terminaba la imagen en un taller de Salamanca mi madre fallecía en Zamora y con esa fecha, el 28 de febrero de 1999, está dedicado en permanente homenaje a la memoria de mis padres. A Virgilio y a Carmen.

Os deseo mucha salud para todos. Por Peleas, por Zamora, por todos nosotros. Que seamos felices siempre y sirvan estas palabras para abrir la fiesta y los días de alegría y convivencia de este querido pueblo.

A continuación y como complemento cultural quiero presentarles el variado espacio paisajístico zamorano, aquel que se inició en mi primera infancia en esta tierra, en el que yo he enmarcado este pequeño pregón como punto de encuentro y referencia de lo que ha sido toda mi vida. Espero que lo disfrutéis con la misma ilusión con que yo os lo presento en este reencuentro con mis raíces.

Muchas gracias”.

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