La Capilla de San Bernardo abría sus puertas para el descenso y posterior ascenso del Santísimo Cristo de las Injurias hasta ser colocado en su mesa procesional. Un proceso dirigido y realizado por los directivos y hermanos de la Cofradía que, con sumo cuidado, han trasladado y colocado la imagen. Con un sistema de poleas apoyado sobre telas para no dañar la imagen, el cristo ha sido elevado de su Capilla para descender hasta la mano de sus hermanos que lo han trasladado hasta los caballetes situados en frente de la mesa.
En posición yacente, el Cristo de las Injurias esperaba a que le fueran colocadas de nuevo las poleas ubicadas en la parte anterior del coro de la Seo zamorana. Momento cumbre el de la elevación del Santísimo para alinearse con el espacio reservado en la mesa para el madero central de la cruz en la que luce crucificado.
Un momento acompañado por el silencio tal y como advirtió el presidente de la Cofradía a los asistentes para salvaguardar la esencia de respeto, recogimiento y silencio que representa la Cofradía. El acto estuvo seguido por centenares de personas que fueron testigos del ritual. El Cristo de las Injurias alcanzaba su punto más alto sostenido en el aire por dos poleas fijas y dos hermanos que soportaban el peso de la imagen.
Llegó el momento del descenso y de una manera muy delicada la cruz se colocó en la mesa procesional fijándose a la misma con una cuña de madera. El Cristo de las Injurias ya ocupaba su lugar principal esperando a ser acompañado por los miles de hermanos que, junto a él, guardan silencio en la tarde noche del Miércoles Santo.
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