Pese a la polémica suscitada, o quizás por ello, el parque de San Martín acogía esta madrugada del Jueves al Viernes Santo uno de los botellones más multitudinarios que se recuerdan desde que esta fiesta surgiera de manera espontánea y sin una organización dirigida.
Miles de jóvenes utilizaron cada metro de esta zona verde de la capital para disfrutar desde la medianoche y hasta bien entrada la madrugada del buen ambiente y la música. Una música que cada uno puso como pudo. Dispositivos móviles y sobre todo potentes equipos de música instalados en los coches aparcados en la zona ayudaron a dar ambiente a un botellón cada vez más masificado.
Con la finalización de la procesión del Yacente, hermanos de la Penitencial y público en general que había querido disfrutar del Miserere se fundían al regresar a casa con el tumulto de jóvenes que aprovecharon el buen tiempo para echarse en masa a la calle.
Poco después, a medida que pasaban las horas, los jóvenes decidían acudir al centro de la ciudad para proseguir la fiesta en los locales de ocio nocturno de la capital. Agentes de la Policía Local y Nacional, Cruz Roja y Protección Civil velaron durante la noche tanto por la seguridad de los participantes de la propia fiesta como por la seguridad de los viandantes que pasaban por la zona, vecinos y mobiliario urbano.
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