Durante las dos últimas décadas, la Iglesia ha visto reducida en una gran media la cantidad de religiosos debido a varios factores. Los más importantes son por una parte la reducción de las vocaciones, de forma que cada vez menos personas y sobre todo jóvenes entran a conventos y seminarios para formarse como religiosos. Y por otra parte está el hecho de que la mayoría de sus miembros son de avanzada edad (la media ronda los 70 años) y por tanto, sobre todo de algunas órdenes como los jesuitas, una de las más afectadas por esta tendencia, van falleciendo debido sin que haya renovación.
Todo ello además supone un problema en tanto que al ser personas mayores, tienen las necesidades, las dificultades y los problemas de cualquier persona de edad avanzada y en muchas congregaciones está empezando a suponer dificultades en términos de dependencia. Ya que aunque tradicionalmente se cuiden y entre ellos, se está llegando a un punto en que incluso la persona que se ocupa de tales necesidades de los miembros más mayores de la congregación es también relativamente mayor y en pocos años necesitará a otra persona que se ocupe de sus necesidades. El problema es si llegado tal momento va a tener a tal persona.
Ante esta situación, diferentes organismos eclesiásticos, órdenes y congregaciones religiosas, así como agrupaciones de religiosos han intentado buscar nuevas vías para conseguir por una parte mantener las congregaciones religiosas y para tratar de ofrecer a sus ancianos una buena vejez y ocuparse de ellos en residencias para religiosos de diferentes congregaciones.
Por otra parte, y respecto al tema de los jóvenes y las vocaciones, la Confederación de Religiosos de España ha reconocido un cambio en el perfil de aquellos que deciden consagrase a la vida religiosa en nuestro país, de forma que en los últimos están llegando a las congregaciones y órdenes religiosas muchos futuros religiosos de India, Indonesia, China y toda Asia en general, así como de Latinoamerica y África para completar su formación, y aunque la mayoría de ellos vuelven a sus países de origen, cada vez más de ellos se quedan aquí al ver que son necesarios. Actualmente, en torno a la quinta parte de los sacerdotes repartidos por las parroquias a lo largo del territorio español son extranjeros.
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