El niño de la manada

Decenas de espectadores abarrotaron este jueves al salón de actos del Museo Etnográfico para conocer la fascinante historia de Marcos Rodríguez Pantoja, más conocido como el ‘niño lobo’. Durante casi dos horas de conferencia, este cordobés, oriundo de Añora, narró su insólita peripecia vital con una llaneza y un sentido del humor extraordinarios.

 El niño de la manada
El niño de la manada

“Si no los quieren tener, que no los tengan, pero los animalitos tenemos nuestro corazoncito”. Así, como si fuera uno más de la manada, hablando en primera persona, Marcos Rodríguez Pantoja comenzaba anoche el relato de su historia de fábula (y de película). 

A punto de cumplir los 71 años, con un sombrero blanco y el collar de colmillos de jabalí que le regaló el cabrero antes de morir, el ‘niño lobo’ se presentaba este jueves en el Museo Etnográfico dispuesto a compartir los cientos de anécdotas de su experiencia ‘entre lobos’ vivida a partir de los siete años.

Desde el primer contacto con su madre lobezna, pasando por su amistad entablada con búhos y culebras, hasta la fabricación de una parrilla de pizarra, una olla de barro y una nevera en la cascada (por la que “no pagaba luz ni pagaba nada”, como comentaba entre risas).

Empleaba las verrugas de los alcornoques como platos, se abrigaba con pieles de ciervo y aprendió a comunicarse con los cánidos gracias a su poder de observación con el entorno animal. Además, con una especie de hoja de puerro, este noriego también logró ser capaz de imitar el chillido de las águilas tal y como demostró durante la charla, que se prolongó hasta cerca de las diez y media de la noche para deleite y asombro del numeroso público.

Alejado de los maltratos sufridos en la infancia, él estaba vivo “por los animales” hasta que fue ‘rescatado’ por un guarda forestal y devuelto a la civilización humana. Sin embargo, Marcos había encontrado su verdadero refugio junto a los lobos. 

 

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