Las ruinas del poblado minero de Almaraz, a tan solo 20 kilómetros de la capital

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 Las ruinas del poblado minero de Almaraz, a tan solo 20 kilómetros de la capital
Las ruinas del poblado minero de Almaraz, a tan solo 20 kilómetros de la capital

“Cañones, cascadas de agua, molinos, puentes y cuevas hacen de esta ruta una de las más bonitas que podemos realizar”, afirma Jairo Prieto, autor del libro ‘Pueblos fantasma de Zamora. Mapas y rutas por pueblos abandonados de la provincia’. Tal y como recoge el libro, fruto de una larga investigación, “a finales del siglo XIX empresarios de Inglaterra y Alemania se establecieron en el pequeño pueblo de Almaraz del Duero para sacar estaño. A fin de no tener que realizar diariamente los largos desplazamientos que requería el llegar a la mina, los trabajadores construyeron varias viviendas y barracones muy cerca a las orillas del río”. 

Las minas estuvieron funcionando varios años a cargo de las empresas inglesas y alemanas que sacaban el mineral de estaño de los abundantes filones de cuarzo que había en el yacimiento. Sin embargo, según apunta el escritor e investigador madrileño, puede que las bajas temperaturas del lugar en el invierno provocaran la llamada “peste" o "lepra del estaño”, haciendo “enfermar” al estaño que, en consecuencia, adquiría un color gris, aumentaba de volumen y se desmenuzaba convirtiéndolo prácticamente en polvo. En consecuencia, la explotación perdió rentabilidad y el poblado fue abandonado. 

No obstante, hoy en día aún se conservan algunas paredes y pilares de las viviendas, “que se levantan al cielo como negándose a desaparecer”. Asimismo, por la zona se encuentran vestigios arqueológicos más antiguos como santuarios y castros. En cuanto al patrimonio natural, además de la impresionante orografía de los Arribes, encontramos ‘Las Pilas’: las cataratas que forma el arroyo del pueblo en su desembocadura al río Duero. Según explica la información facilitada por el Ayuntamiento de Almaraz de Duero, “al estar el pueblo asentado sobre una meseta con respecto al cauce del río Duero, el arroyo tiene que sortear las rocas antes de su desembocadura formando dos grandes saltos de agua que acaban en dos grandes pilas, de ahí el nombre de las cascadas”.

Suele correr agua durante todo el año aunque es en primavera, después de las grandes lluvias, cuando las cascadas son especialmente bonitas de ver y, si no corre demasiada agua, se puede pasar incluso por alguna gruta, como la que aparece en las imágenes y en el vídeo. Sin embargo, “el paraje de las Pilas no destaca solo por eso”, publicita la información municipal, “sino porque se puede acceder a la misma orilla del río, en plenos Arribes del Duero y adentrarnos en la inmensidad de estos parajes. Junto a las Pilas, hay además un pequeño remanso de agua con una pequeña playa fluvial para los amantes de la pesca o los deportes náuticos”, concluye.

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