Zamora es una provincia llena de tradición. Tradiciones que se extienden a lo largo y ancho de todo el territorio. Pese a contar con festividades durante todo el año, con la llegada de la Navidad, las comarcas se visten de folclore como es el caso de Sánzoles con su Zangarrón. En la tarde del 25 de diciembre los mozos y el zangarrón se hacen con las calles. El acto, propio de las vísperas de San Esteban, comienza en la casa del protagonista que aún no luce la vestimenta típica.

Son los propios mozos del pueblo quienes van a casa del Zangarrón a provocarle para que salga y les persiga. Una vez el protagonista sale de su hogar, llegan los danzantes acompañados por el Tamborilero. Comienza el pasacalles que llegará bailando hasta las Cuatro Calles. En ese momento, el Zangarrón se retira a dormir mientras, Sanazoles seguirá despierto. El pueblo será testigo durante toda la noche del sonido de los cencerros agitados por los mozos que seguirán cantando y danzando.

Los quintos del pueblo son los encargados de vigilar que el sonido de  la “baraja” de esquilas y cencerros no cese, es por ello que hacen guardia de dos en dos. Con la llegada del alba, el Zangarrón comienza su tarea de perseguir al pueblo y pedir el aguinaldo. La tradición dicta que el protagonista debe recolectar la dádiva en solitario pero son muchos los que se unen al ritmo con cencerros a la cintura acompañando al personaje. El sonido cada vez es más sólido y potente. El Zangarrón ha llegado y Sanzoles lo sabe.

Mientras el pueblo se empapa del estallido de cencerros, el intérprete debe permanecer sin decir una palabra. Al terminar su danza, comienza el recorrido por las calles de pueblo. Danzantes por un lado y Zangarrón por otro recorren el pueblo puerta por puerta felicitando las Pascuas y recibiendo el donativo de los vecinos. Durante el trayecto, aquel que ose molestar al personaje o entregarle un aguinaldo escaso recibirá sin duda un palo del Zangarrón.

Más tarde, tras acudir a la tradicional misa, se realiza la comida del ‘Mutis’. Una comida en la que los jóvenes del pueblo guardan un silencio absoluto mientras ingieren los alimentos. Como culmen de la fiesta se vuelve a realizar el baile del Zangarrón al tiempo que él hace estallar las vejigas de animal que cuelgan de su pablo. Gesto que pone fin a la fiesta. Es entonces cuando los habitantes de Sanzóles tienen que esperar a las Navidades del año siguiente para despertarse con el sonido cencerril del Zangarrón.

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