Seis años compartiendo vivencias, experiencias, anécdotas, momentos duros y también instantes a los que solo tienen acceso los pastores trashumantes. El fotógrafo José Antonio Pascual ha recogido sus seis años de estudio, análisis y fotografías con los pastores trashumantes en un trabajo que desde este viernes se puede visitar en el Palacio de La Encarnación de Zamora. En total 34 imágenes en blanco y negro para plasmar en un instante los mejores y peores momentos de esta forma de pastoreo.

“Es un proyecto de vida porque parte de mi familia procede de fotógrafos y otra parte de mi familia procede de pastores. Juntar las dos vertientes ha sido muy especial  para mí, pero tengo claro que nunca terminaré este proyecto porque cada año seguir subiendo algunos días con ellos”, explicaba en la presentación José Antonio Pascual. Un fotógrafo que igualmente agradecía el trabajo de Marcos Antón, encargado de redactar los textos que acompañan a las imágenes en la exposición y que posteriormente se plasmarán en un libro.

Pascual apuesta por un tamaño normal en la mayoría de las imágenes, salvo en la principal, que se trata de una panorámica para recibir a los visitantes. Además, huye del color y se instala en el blanco y negro: “Es una manera de ensalzar cada acción. El mensaje llega mucho más directo porque no hay colores que despisten al observador”, analiza.

Durante estos seis años recuerda con cariño el buen trato recibido por los pastores, las experiencias vitales acumuladas y alguna que otra anécdota. En este tiempo ha realizado dos veces el camino de trashumancia completo y en otras tres ocasiones ha hecho varias etapas. “La primera noche que viajamos con ellos la pasamos en manga corta y pantalón corto y al día siguiente nos despertamos congelados. A partir de ahí ya comprendimos que había que tirar de sacos de dormir e incluso de tiendas de campaña”, sonreía mientras lo contaba. 

Incluso, reparaba en que en muchos casos, vecinos de las zonas se han adueñado de vías pecuarias que utilizan los pastores y generan momentos de tensión. Por último, y al igual que los pastores, pedía más reconocimiento y mayor apoyo para un colectivo que “de momento parece no tener continuidad en las generaciones venideras”, lamentaba.

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