Una enfermedad cada vez menos peligrosa... pero sigue siendo mortal

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 Una enfermedad cada vez menos peligrosa... pero sigue siendo mortal
Una enfermedad cada vez menos peligrosa... pero sigue siendo mortal

La peligrosidad del VIH y del sida, relacionados entre sí pero no lo mismo, está en que no tiene cura. Sin embargo, como se explicaba anteriormente, la detección temprana puede provocar una esperanza de vida o incluso mayor, ya que el cuidado que debe tener es aún mayor. Los únicos peros están en un tratamiento de por vida, lo que implica medicación, que puede tener efectos secundarios, y en la necesidad de llevar un estilo de vida más saludable. 

De hecho, el sida ha dejado de ser una enfermedad mortal en los últimos años gracias a los avances a no ser que se padezca también alguna infección hepática, que puede ser ya más peligroso. Y lo es a pesar de que la detección cada vez es más tardía debido a la falta de síntomas de la enfermedad. Según los datos de la Consejería de Sanidad del Gobierno regional, la enfermedad indicativa de sida más frecuente en el momento del diagnóstico, en los casos acumulados de sida en Castilla y León son las infecciones oportunistas, que suponen el 52,7%, más de la mitad de los casos. Una infección que puede llegar por otras razones. 

Así ha sido en los últimos años, aunque en el periodo desde el 2013 al 2015, la neumonía se ha convertido en la principal llegando a la mitad de los casos. La tuberculosis pulmonar y el sarcoma de Kaposi también son enfermedades significativas de portar VIH en el mismo espacio de tiempo, aunque hay otros muchos avisos que casi nunca se relacionan con la enfermedad del sida. 

Esto es así porque el virus ataca el sistema inmunitario, destruyendo las defensas del organismo, que cada vez tendrá más dificultades de defenderse. De esta forma, aparecerán infecciones, producidas por gérmenes, parásitos o virus, o algunas variedades de cáncer que en condiciones normales no se producirían. 

¿Cómo actúa el virus?

En una primera fase, el VIH se reproduce multiplicándose activamente en las células infectadas. Para defenderse, el organismo crea anticuerpos específicos que, sin embargo, no consiguen eliminar el VIH. Sí disminuye su presencia en la sangre pero no su actividad en otros órganos. Esto provoca que durante varios años, el organismo permanezca en una situación de aparente equilibrio aunque el virus se siga multiplicando.

Los linfocitos son las células más afectadas de manera que van disminuyendo progresivamente y, si no se interviene, tras una media de entre ocho y diez años, el paciente ya habría contraído sida y podría sufrir graves infecciones. Otra variación del organismo es la aparición de los anticuerpos que intentan luchar contra el agente. Se estima que estos aparecen entre la segunda y la octava semana en el que el virus entra por lo que su presencia detecta la infección. 

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