“¿Has visto qué alfombra tenemos? ¡Es una maravilla!”, exclama a nuestra llegada al vivero, teñido de rojo por las miles de Flores de Pascua que en estos días allí se almacenan. “Me llamo Valeriano y tengo 24 años; ah no, 34, ¡me quitaba diez años!”, rectifica entre risas. Vive en San Miguel de la Ribera y todos los días se desplaza con su coche hasta su lugar de trabajo: el Vivero del Centro Especial de Empleo, también denominado Trabajo Protegido, ubicado en Morales del Vino. 

Mientras confecciona una variada caja de Prímulas de todos los colores, nos cuenta que su planta preferida es la Portulaca, una flor de verano brillante y colorida. Sin embargo, ahora toda la carga trabajo se centra en la campaña de Navidad: “Lo importante es que ahora se venda todo bien”, reflexiona con pesadumbre. 

Pese a que la producción de Flores de Pascua no ha variado, la crisis también ha golpeado duramente a este sector. “Si los sueldos están bajos… ¿la gente compra flores? Hasta donde puede, si no, no”, explica Juan Carlos Martín, técnico responsable del Centro que emplea a 21 personas, 19 de ellas con discapacidad intelectual. Una docena de operarios trabaja directamente en el invernadero y el resto se reparte en el Punto Limpio de Recogida de Ropa y de Aceites Usados, dos tareas en las que se ha tenido que apoyar el vivero para seguir autofinanciándose.

Con la llegada del mes de diciembre, el Centro ultima los detalles para la venta a mayoristas de las 10.000 Flores de Pascua que llevan cultivando desde julio. “Se trata de un cultivo largo ya que adquirimos los plantones con un esqueje enraizado a primeros de julio y ya desde entonces comenzamos a ponerlos en las macetas… nosotros empezamos pronto a cantar los villancicos”, explica Juan Carlos. 

Desinfectar la zona, limpiar las mallas y las balsas, cuidar las plantas, cortarlas, mantener su temperatura ideal o darles más espacio son algunos de los cometidos realizados por los doce operarios como Eduardo, de 37 años y procedente de Barcelona, un “zamorano adoptado”, según sus palabras, quien también se encarga de preparar los pedidos para los clientes. “Lo mejor es trabajar en equipo, uno aguanta las bolsas, otro los mete en la caja… así se trabaja muy bien y se pasa el día muy rápido”, sostiene. 

Todos los trabajadores tienen su nómina, sus derechos y sus obligaciones. “El trabajo y la actividad organiza e identifica tu vida y al final es lo que se pretende”, explica Isidro Deza, psicólogo de la entidad. “Cualquier ciudadano aspira a que sea un trabajo el que le represente a nivel social. Ahora vemos el producto pero detrás de eso está la actividad individual y diaria de cada persona, la dignidad del trabajo de cada uno. Es nuestra marca, es nuestra imagen, somos generadores de empleo y de actividad pero lo importante es el movimiento social que está detrás de todo”. 

Paqui Pérez, trabajadora social de la Fundación, ratifica las palabras de su compañero y recuerda que la entidad fue formada en los años sesenta por familias a las que más tarde se han incorporado profesionales. “Somos un equipo con un valor añadido que vemos más allá, no solo nos fijamos en la producción sino en que tengan una vida digna, una vida que merezca ser vivida y en la que sean ellos los protagonistas de sus sueños”. 

La Navidad no solo ha llegado al Vivero. En otro aula del Centro, donde se imparten talleres ocupacionales, casi una veintena de personas elaboran con mimo cada una de las 3.000 postales navideñas que serán enviadas en los próximos días a familiares y participantes de la Marcha de Asprosub. La Tarjeta aparece sellada por el logo de Asprosub y junto a ella el lema de ‘Plena inclusión’. Fernando, de 33 años, nos lee con cierto nerviosismo el mensaje de una de las tarjetas: “También en Navidad nos gusta compartir contigo este momento. Con nuestros mejores deseos. La Junta Directiva. Asprosub. Plena ‘ilusión’”.

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