Lucernario: “esta bella palabra designa en arquitectura la ventana que deja pasar un chorro de luz desde lo alto de un muro hacia el interior de un recinto oscuro. En los templos antiguos nunca faltaban esos huecos iluminadores, que desde las primeras luces matutinas hasta su extinción vespertina dejaban pasar las variadas luces y colores del celaje. Y era precisamente en esas horas primeras y últimas del día cuando sonaban los vetustos himnos de Laudes y Vísperas que, entonados durante más de quince siglos, hoy han quedado casi totalmente olvidados en las páginas de los himnarios”. 

Así explica Miguel Manzano el nombre de su obra. En 2013, el zamorano fue invitado a participar en el Congreso sobre la Catedral Nueva de Salamanca en el cuarto centenario del comienzo de su edificación. Por aquel entonces, el musicólogo consideró que se trataba de una oportunidad de mostrar “un mínimo pero claro ejemplo de la riqueza musical del Himnario”. En aquella fecha, 'Lucernario' tan solo contenía dos himnos del repertorio gregoriano: Lucis creator optime (siglo VI) y Iesu, rex admirabilis (siglo XIII). 

La obra tuvo una gran acogida y, por ello, Manzano decidió componer el ciclo completo de los himnos que hacen referencia a cada uno de los tiempos del año litúrgico con la misma estructura que los dos primeros: por un lado, el canto coral; y por otro, el órgano. 

Este sábado, ‘Lucernario’ iluminó la Catedral de Zamora ante decenas de asistentes. Los ‘Himnos al amanecer y al atardecer’ resonaron en el templo zamorano gracias al Coro de Cámara de la Universidad de Salamanca con Delia Manzano al órgano, conformando así un nuevo éxito en la dilatada trayectoria de Miguel Manzano. 

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