El 17 de julio de 1985, en el Pleno Municipal del Ayuntamiento de Zamora, se acordó, por unanimidad de los presentes, un cambio histórico en el callejero de la ciudad. Atrás quedaban las vías dedicadas a los héroes del Franquismo y se recuperaba de paso una importante cantidad de nombres y hombres históricos de la ciudad. De forma pactada, los once concejales de Alianza Popular no ocuparon aquel día sus asientos. Los otros catorce ediles, trece del PSOE y uno del CDS, dieron el 'sí' a un proyecto que se llevó a cabo durante las semanas siguientes.

El alcalde de la capital era, por entonces, el socialista Andrés Luis Calvo, que tiene fresca aquella época en la memoria: "Fueron 48 nombres de calles. Quitábamos algunos muy fuertes y entendíamos que había que hacerlo sin enfadar a nadie. No queríamos revancha, eso era una barbaridad, así que evitamos nombres socialistas y hablamos con José Andrés Casquero y Miguel Ángel Mateos, entre otros expertos, para que nos ayudaran a retomar algunas nomenclaturas históricas y a añadir otras nuevas", recuerda, a sus 75 años, el que fuera máximo mandatario municipal.

El expolítico rememora la manera que tuvieron de "jugar con la sensibilidad en positivo" para llevar a cabo el proceso "de forma dulce, sin ofender". Así, fueron sustituyendo la Avenida Generalísimo Franco por Príncipe de Asturias, el Parque Mola por el del Castillo, la Calle de Calvo Sotelo por el Riego, la Calle de los Héroes de Toledo por Regimiento de Toledo, la Plaza de Martín Álvarez por la del Maestro o la Calle Castelar por la genuina de Los Herreros.

Especialmente sensible fue la modificación de lo que es ahora la Costanilla, hasta entonces llamada Fabriciano Cid: "Era el abuelo del responsable de Alianza Popular de aquella época, Luis Cid", destaca Andrés Luis Calvo, que insiste en la importancia del tacto y la sensibilidad con los recuerdos para no perjudicar a nadie con el cambio: "Recuerdo que al cronista de la ciudad, de familia y pensamiento franquista, le mandamos incluso una carta explicándole el tema y nos respondió con mucha amabilidad; diciendo que le dolía, pero que lo entendía", narra el antiguo dirigente socialista.

Aparte del nombre de las calles, en aquella etapa se retiraron algunos símbolos franquistas que decoraban las calles de la capital, como el escudo que se alzaba por encima de la oficina de Correos, en el cruce entre Santa Clara y la Calle Benavente, que mostraba un águila de San Juan: "Lo importante es que no salieron sarpullidos", advierte Andrés Luis Calvo, que se enorgullece de su colaboración con la eliminación de estos gestos de afecto al Régimen y que celebra la iniciativa del abogado Eduardo Ranz: "Se deben quitar todos".

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