El Zamora no arranca. Así como el año pasado los rojiblancos empezaron como un tiro, líderes y acoplados desde el primer partido, esta temporada el equipo aún está en el proceso de búsqueda de su identidad mientras se deja pùntos por el camino. Este sábado, otros tres. De nuevo en casa. En esta ocasión, después de adelantarse. No sirvió para nada. No hubo manera. Los rojiblancos corrigieron aspectos, pero incidieron en una serie de equivocaciones imperdonables.

La primera llegó al filo del descanso y tuvo un protagonista inesperado. Con el marcador a favor y el Logroñés lejos de su mejor versión, Alberto Prada dejó muerto en el pico del área un balón que se iba al limbo. Titi centró y Ubis ajustició al Zamora a bocajarro. Hasta entonces, el equipo, sin ser un derroche de virtudes, había manejado el partido con más criterio y había aprovechado la pillería de Aarón para ponerse en ventaja.

Tras el descanso, el Zamora volvió a entrar en la depresión que le asalta cada vez que una incidencia negativa del partido hace saltar las alarmas. Débil mentalmente y sin ideas para generar fútbol, el equipo rojiblanco entró en un trance del que le sacó su propio despiste. Tras una acción ofensiva a balón parado mal ejecutada, Iker Alegre salió como una flecha por el costado zurdo, afogonó a quien se puso a correr a su lado y le regaló el segundo a Titi.

Los de Aguirre se fueron a la lona; sin respuesta, dejaron pasar los minutos mientras su rival se recreaba y contaba con opciones de ampliar el marcador. La reacción orgullosa del final constituyó el único elemento positivo del segundo tiempo. Eso y ver cómo Kurbus se desenvolvió con soltura en el centro. El resto pasará a la historia como un capítulo más de este inicio de liga que, de no ser corregido, puede hipotecar el futuro del equipo en la competición.

Tienes que iniciar sesión para ver los comentarios

Lo más leído