Las osas con crías constituyen una fracción muy importante de la población osera y dan una idea de cómo va evolucionando la población de osos.

El censo de osas con crías se realiza por las comunidades autónomas con una estrecha coordinación para evitar duplicidades. El peso fundamental del censo es llevado a cabo por agentes medioambientales, celadores de medioambiente, patrullas de la Junta de Castilla y León, organizaciones colaboradoras y otros datos aportados por cazadores y ganaderos, confirmados por personal de las administraciones. “Este censo pretende ser un censo total, no una mera estimación, si bien es cierto que es muy probable que algún grupo familiar quede sin censar”, indica la memoria del censo recién presentada. “Hay una clara consolidación, globalmente, del crecimiento de osas con crías y de número de éstas. Esta consolidación es muy acusada en la subpoblación occidental y mucho más incipiente en la oriental”, añade.

La estimación global de la población es mucho más complicada, al tratarse de una especie de amplio espectro de distribución, forestal y esquiva. Se utilizan técnicas como seguimiento directo, estudios genéticos de restos localizados al azar o mediante sistemas de captura de pelo, análisis de índices específicos en muestreos dirigidos, entre otras.

Con ello, y con datos globales de 2010, se ha estimado la población cantábrica en, al menos, una horquilla comprendida entre 190 y 210 osos de los que entre 160 y 180 corresponderían a la subpoblación occidental y al menos 30 a la oriental.

Estas cifras estimativas suponen un incremento importante sobre anteriores censos publicados a principios de la década los noventa del siglo pasado que arrojaban cifras de 50-65 osos en la población occidental y 20-25 en la oriental, según el mismo informe.

Otro dato que ratifica esta mejora es el derivado de presencia, y no sólo esporádica, de ejemplares de oso en municipios localizados fuera de las zonas hasta ahora con presencia estable de este plantígrado. “Así, la presencia de ejemplares en municipios septentrionales de Asturias, en cotas bajas, la llegada de un ejemplar dos años consecutivos al límite de Cantabria y Burgos, la presencia en los páramos leoneses de ejemplares, o la de un ejemplar durante más de diez meses en la comarca de La Carballeda, en Zamora, así lo acreditan”, apunta.

La separación de la población cantábrica en dos subpoblaciones aparentemente aisladas era un riesgo claro para la pervivencia de la especie, en especial para la subpoblación oriental, mucho más reducida, y por lo tanto, menos diversa genéticamente hablando.

Durante la pasada década, comenzaron a tenerse indicios de posible intercambio incipiente de ejemplares. En 2010 se confirmó la primera reproducción cruzada mediante técnicas genéticas. “Se están realizando importantes esfuerzos de seguimiento y recuperación en los posibles corredores, tanto en la parte superior de la cordillera como en la zona de menor altitud”, anotan.

En el marco de este proyecto se está realizando una importante prospección genética por todos los actores, cuyos resultados serán oportunamente presentados cuando se encuentren finalizados.

A la espera de estos, existen ya datos de observación directa en el corredor y de cría en sus municipios extremos. Algunos de estos indicios son detección de celos de oso, como los realizados en los términos municipales de Cabrillanes, Sena de Luna, y celos continuados en Boca de Huergano.

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