El Zamora Club de Fútbol realizó uno de sus peores partidos de toda la temporada en las instalaciones deportivas de Barreiro. No solo el resultado fue totalmente adverso, sino que las sensaciones que desprendió el conjunto rojiblanco fueron nefastas, sobre todo en una primera parte lamentable. Durante ese primer acto, el juego ofensivo de los pupilos de Roberto Aguirre fue inexistente. Algo que tampoco sorprende a estas alturas de la temporada, máxime desde que Manu Gavilán no está en el equipo. Además, a eso se unía que tampoco estaba en el equipo el máximo artillero de la plantilla, Arkaitz. Los zamoranos tan solo aparecieron tímidamente en el ecuador del primer acto para tener diez minutos de cierta dignidad, pero tan solo fue eso, una aparición tímida.

Además, la retaguardia mostró la peor cara de todo el año. Ni tapar líneas de pase, ni hacer una presión efectiva, ni cuidar el juego interior ni ser expeditivo cerca del área propia. Los tres goles que el Celta B realizó en la primera parte fueron totalmente evitables. En los tres se produjeron fallos individuales y colectivos en una línea defensiva que unas veces por falta de ímpetu y otras por descuidar en exceso la espalda, vio como el Celta B se iba al descanso con un claro 3-0 y con la sensación de que el descalabro podía haber sido mayor.

Quizás, lo más positivo del Zamora fue su reacción. Cuando otro equipo hubiera pedido la rendición desde el inicio de segunda parte, el Zamora trató de rehacerse a base de amor propio. Gracias a eso, los rojiblancos dejaron casi inédito al Celta B en su parcela de vanguardia y llegaron con más fluidez al área viguesa. En uno de esos acercamientos, unas manos del central local se convirtieron en un penalti que transformó Aarón Aguado. No fue a la primera, sino en el rechace, cuando el pequeño de los Aguado remachaba el tanto.  

Los rojiblancos cuajaban sus mejores momentos del partido, con más desparpajo, llegadas y ocasiones. Y entonces llegó el momento clave de la segunda parte. Aarón Aguado fallaba en boca de gol un remate en el segundo palo y la moral del Zamora se diluía. Una moral que terminaba de fragmentarse cuando en el último cuarto de hora, un balón a la espalda de la lenta defensa zamorana se convirtió en un mano a mano de Rioja con el portero Miguel que terminó en penalti y expulsión del meta zamorano.

Con la salida del canterano Tomás en la portería y el cuatro gol del Celta B, el duelo terminaba de decantarse por el 4-1 claro para el Celta B que deja al Zamora en una situación de crisis, a un punto de la promoción de descenso y también muy cerca del descenso directo.

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