En su segundo concierto en el Principal, Jorge Drexler salió por la puerta grande. El teatro se quedó pequeño para acoger al artista sudamericano, justo en la semana en la que se cumplen diez años de la gala de los Oscar en la que fue premiado por la banda sonora de ‘Diarios de una Motocicleta’. Con un recuerdo especial para aquel punto de inflexión de su carrera, el uruguayo cantó a capela su canción ‘Al otro lado del río’, en lo que constituyó uno de los momentos más emotivos de la actuación.

Pero hubo más. Drexler fue un derroche de energía y de elocuencia sobre el escenario. Tan preocupado de cantar como de contextualizar cada tema, el cantante de Montevideo dio un recital de altura. En algo más de dos horas, repasó su último disco, agradó con algunos de sus clásicos y se gustó con varios “caprichitos” mientras el ritmo se elevaba a medida que iba avanzando el concierto.

Acompañado por una banda de cuerda y percusión, Jorge Drexler guió un viaje que comenzó bailando en la cueva y que terminó con el homenaje a Bolivia, el país que acogió a su familia paterna tras su huida de Europa por la invasión nazi. Luego llegaron los bises, ya con el público, que llenó el Principal, puesto en pie y coreando sin rubor a un artista que para entonces tenía a cada uno de los presentes metido en el bolsillo.

Por el medio, el uruguayo recordó la Milonga del moro judío, explicó cómo son los Universos Paralelos, homenajeó a Cádiz y rememoró su idilio con la luna de Rasquí, aquella que genera un punto ciego de la pena en un remoto archipiélago de Venezuela y que este sábado se trasladó a Zamora para brillar al ritmo de Drexler, luminoso otra noche más.

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