El día grande del Cristo de Morales quedó deslucido por un cúmulo de factores que minimizaron el número de fieles que se dieron cita en esta popular romería. Esta vez, el 9 de mayo caía en lunes, y por tanto en jornada laborable para los vecinos de la capital zamorana, que no pudieron acudir a la procesión y posterior misa. 

A esa situación se unieron otros dos factores. Por un lado el mal estado de la pradera, completamente embarrada por las constantes y copiosas lluvias caídas en esta localidad zamorana en los últimos días. Y por otro lado, por la amenaza de lluvia. La meteorología fue benévola durante la romería desde el pueblo hasta la ermita, pero las amenazantes nubes echaron para atrás a muchos vecinos que decidieron quedarse en casa ante el riesgo de precipitaciones. 

Pese al poco ambiente, las pocas personas que acudieron disfrutaron con la tradición. La banda de cornetas y tambores del Santísimo Cristo de Morales del Vino abría la procesión. Al llegar a la ermita, la entrada de la imagen de la virgen fue como siempre lo más espectacular, cuando los cargadores tuvieron que hacer a pulso el trayecto que permitía sobrepasar la portada de la iglesia. Una vez dentro, misa, refresco y comienzo a la jornada festiva pasada por agua. 

En lo meramente institucional, destacó la presencia del alcalde de Morales del Vino, Miguel Piorno, la representación del Ayuntamiento de Zamora con Antidio Fagúndez, de la Junta de Castilla y León con Alberto Castro y del Ayuntamiento de Benavente con Luciano Huerga. Las ausencias destacadas fueron la de la presidenta de la Diputación, Mayte Martín Pozo, y la del representante del Estado en Zamora, Jerónimo García Bermejo, que después de muchos años no fueron invitados a participar en los actos de celebración del Cristo de Morales.

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