Mombuey celebra este sábado la tradicional ‘Quema del Fite’

La jornada festiva comenzará a las ocho de la tarde, al sonido de las campanas en El Rodrigo. A continuación está organizada una fiesta en el matadero.

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Se tienen indicios ya desde el siglo XVI aunque posiblemente, la festividad se remonte varios siglos antes, de que en Mombuey, la noche del Día de Todos los Santos, la que va del 1 al 2 de noviembre, se encendía una gran hoguera muy peculiar.

En primer lugar, los mozos, recorrían el monte palanquino en busca de "la mejor viga" entendiéndose como ésta el mejor roble de todos, el más alto y esbelto: "el Fite". Fuera de quien fuere, "el Fite" se echaba abajo, se "escaña" (quitar las ramas que parten del tronco central, dejando sólo el palo y la copa), y una vez limpio, bien a hombro o con la ayuda de carretas tiradas por vacas "el fite" se bajaba al pueblo.

Se erguía en la plaza y una vez bien "amarrado", se colocaba gran cantidad de leña en forma de cono en torno a su base, de modo que no se desmoronase hasta que se consumiera, junto con paja a modo de yesca. De esta forma la gran hoguera quedaba asegurada.

Al hacerse de noche, la gente se congregaba alrededor de la hoguera y el mozo más veterano prendía el fuego. Se procede así a la quema de "el fite", siendo éste el momento en el que las grandes llamas alcanzan las hojas y finas cañas de la copa. Las llamaradas son entonces espectaculares. Al tiempo, otro mozo sube a la torre templaria de la villa para "encordar" (tocar a muerto) en honor a las Benditas Ánimas del Purgatorio.

Tras la quema, los mozos sueltan las cuerdas que sujetan el tronco y se procede a tirar "el fite". Una vez en el suelo se subasta al mejor postor, quien se lleva la mejor viga del pueblo y con el dinero los mozos hacen una fiesta. Con las brasas de la hoguera se procede a una gran comida popular, con vino, aguardiente, cánticos populares, gaitas y tamboriles.

La tradición liga la hoguera con la celebración de la noche de Ánimas. El cura bendecía la hoguera, mientras entonaban los cantos y ligas apropiados al momento: "Romped, romped mis cadenas, alcanzad mi libertad, ¡cuán terribles son mis penas! Piedad, Señor, piedad"

Las chispas o pavesas que se alzan por encima de las llamas son las ánimas del purgatorio que se dirigen hacia el cielo y una vez purificadas de todos sus pecados, una vez que se apagaban, regresaban de nuevo y caían sobre los tejados o en el suelo, deshaciendo de ese modo el hechizo.

Estas costumbres provienen de ritos paganos, anteriores al cristianismo, posiblemente de los celtas. La hoguera tiene su origen en la cultura celta, lo mismo que el halloween (All Hallows´Evening = víspera de Todos los Santos), tradición de los celtas Irlandeses.

Se creía que los espíritus de los antepasados (las ánimas) y también de los espíritus malignos regresaban al poblado en la noche de difuntos. Por ese motivo se apagaban todos los fuegos, lámparas y teas en las casas, para no dar pistas a los espíritus que llegasen con malas intenciones. Si las almas de los difuntos regresaban al poblado era, pensaban ellos, para buscar a sus familiares y amigos y, entonces, eso suponía que se había acabado el ciclo de la vida y, tal vez, el fin del mundo. Si el día 1 de noviembre amanecía como siempre, aparecía de nuevo el sol en el horizonte y no se percibían signos de ningún fin de nada, entonces era señal de que empezaba un nuevo año, un nuevo ciclo, una nueva vida y la alegría se desbordaba. Para celebrarlo se encendían todos los fuegos de todas las casas y una gran hoguera en honor del dios sol, el dios de la vida, en torno a la cual todos los habitantes del poblado celebraban un gran banquete.

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