Ángel López, madrileño de nacimiento y fermosellano de sangre, dejó el rugby poco después de los Juegos Olímpicos de Río para dedicarse a la medicina. Ahora lucha, como todo el personal sanitario de una manera u otra, contra el coronavirus en el Hospital Ramón y Cajal de Madrid: “Estamos en una fase difícil, pues va a costar mucho más desencerrar a la población que encerrarla”