Los productores de colza responden en España a una demanda cada vez mayor pero han tenido que luchar durante años contra la mala fama que arrastra el nombre por culpa de la dsitribución y comercialización de aceite de colza desnaturalizado para uso industrial como apto para consumo humano.

La búsqueda de beneficios rápidos por parte de una serie de desaprensivos provocó una intoxicación masiva a principios de la década de 1980 que afectó a unas 20.000 personas y que costó la vida a más de 300, siendo uno de los problemas de salud pública más importantes que se recuerdan y que todavía provoca recelo en una parte de la población española.

No obstante, al margen de ese luctuoso acontecimiento provocado por la avaricia, la colza se cultiva cada vez más por todo el mundo para producir forraje, biodiesel y aceite vegetal para consumo humano. Como ejemplo, basta indicar que en Estados Unidos, la colza fue la tercera fuente de aceite vegetal a principios de esta década, superada solo por la soja y la palma.

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