Con una espiral de costes energéticos y de alimentación al alza, ya arrastrada desde hace meses y completamente desbocada desde el ataque de Rusia a Ucrania, la incertidumbre es ya miedo en varios sectores agrarios, y muy especialmente en la ganadería intensiva de integración, según denuncia ASAJA, que ha solicitado una reunión urgente con el consejero de Agricultura y Ganadería, Jesús Julio Carnero, para estudiar posibles medidas de apoyo a este colectivo.
Estas medidas implicarían tanto a las administraciones, a través de mecanismos que mitiguen la descapitalización de estos ganaderos, como a las entidades bancarias, que deberían implicarse para refinanciar los créditos pendientes. Pero, sobre todo, ASAJA pide que se involucren las propias empresas integradoras, que deben aceptar un repunte de los precios marcados porque las condiciones del mercado han cambiado de forma tan abrupta que es totalmente insostenible seguir funcionando como si nada hubiera ocurrido.
Hay que tener en cuenta que los ganaderos integrados no tienen capacidad de negociación para repercutir estos costes adicionales en su contrato con las integradoras, “y dado que ya se trabajaba con márgenes muy ajustados, actualmente están produciendo a pérdidas y abocados a una situación de quiebra. La situación más dramática es la de los jóvenes que llevan pocos años en el sector y soportan un elevado endeudamiento”, denuncia ASAJA.
Este sistema de integración se ha extendido en los últimos años en el campo y concretamente en Castilla y León, especialmente entre los jóvenes, atraídos en parte por la demanda de empresas integradoras y también por no necesitar para incorporarse una base tierra, que tanto escasea. El sector de la avicultura de engorde ha sido uno de ellos, pero también el porcino, el vacuno o la producción de carne de conejo.
La inversión en este tipo de explotaciones es muy elevada, por poner el ejemplo de la avicultura, la media es de 450.000 euros, según nuestras estimaciones, y por lo general se recurre a porcentajes muy altos de financiación externa con la banca privada. Los márgenes de beneficio, hasta que no se amortizan las instalaciones o al menos hasta que no se cancela el préstamo bancario, son muy escasos y apenas permiten un pequeño salario para el ganadero que trabaja en su propia explotación.
Aunque todas las explotaciones tienen que afrontar un gasto energético, en el caso de estas granjas esta partida es muy grande, puesto que precisan de condiciones estables de temperatura, tanto en invierno como en verano, para mantener en condiciones óptimas a sus animales. Ya antes del conflicto en Ucrania, desde hace meses estas explotaciones están afrontando subidas desmedidas de los costes energéticos, principalmente la electricidad y el gas natural, o en su caso el producto que se utilice para generar la fuente de calor, como puede ser la biomasa. La electricidad ha multiplicado su coste por tres y el gas natural por dos, lo que supone una factura adicional, para una granja tipo de 2.000 metros cuadrados, de 25.000 euros.
Por todo ello, pedimos al consejero que convoque a una reunión a las partes afectadas, se haga un análisis de la situación del sector, y se planteen medidas para poder salir de esta crisis, medidas que han de consistir en poder repercutir los mayores costes, pero también otros apoyos que se puedan prestar desde las administraciones públicas, así como una mayor flexibilidad de las entidades financieras para renegociar los préstamos.
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