El Colegio Profesional de Geografía en Castilla y León aseguró que el fenómeno de las macrogranjas como forma de producción intensiva donde se consiguen precios más competitivos gracias al incremento de las cabezas de ganado, la automatización de los procesos y el abaratamiento de los insumos tiene como contraparte que "comprometen al mundo rural".
Y es que, tal y como afirma el Colegio Profesional de Geografía de Castilla y León en un comunicado remitido a Ical, este tipo de producción "genera importantes compromisos ambientales, sociales y paisajísticos". En primer lugar, por ser "uno de los grandes emisores de gases de efecto invernadero a la atmósfera, así como de la contaminación de acuíferos asociado a los purines que genera", según relata el profesor asociado del Departamento de Geografía de la Universidad de Valladolid, Alberto Merino.
En segundo lugar, por provocar "importantes procesos de vaciamiento demográfico relacionado con la pérdida de empleo", ya que estas explotaciones "son muy poco exigentes en mano de obra, apreciándose un descenso en la ocupación agropecuaria en aquellos lugares donde se han implantado las macrogranjas", dado que los puestos de trabajo que generan "son inferiores a los que destruyen por explotaciones pequeñas o medianas, que ven comprometida su viabilidad al no poder competir en precios".
Por último, el profesor de la UVa señala que el impacto paisajístico de las macrogranjas "no va solo ligado a la interferencia visual de las construcciones de grandes dimensiones, sino a la sustitución de usos y prácticas tradicionales modeladoras del paisaje rural". "Esto genera problemas como la sustitución de usos del suelo o el asilvestramiento de los bosques, incrementando el riesgo de incendio", concluyó.
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