Un estudio certifica que la almendra amarga se ha hecho con el control del medio natural en un tiempo récord

Este estudio integra análisis moleculares, genéticos y morfológicos para comparar las características de almendros cultivados y asilvestrados. Los resultados muestran una clara tendencia: estos últimos han ido evolucionando rápidamente para "adaptarse al medio natural en no más de cinco décadas, lo cual, a escalas evolutivas es un tiempo muy corto"

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Almendro asilvestrado
Almendro asilvestrado

Un estudio liderado por un equipo de investigación de la Universidad de Granada (UGR) ha revelado un aumento en la frecuencia de almendros de almendra amarga en el medio natural en un período de tiempo muy corto, de apenas cinco décadas.

El artículo, publicado en la revista Journal of Ecology, es resultado de una investigación realizada por miembros del departamento de Ecología de la UGR, centrada en describir cómo los almendros se están escapando de sus cultivos de origen y formando poblaciones "salvajes" en el medio natural, en un proceso conocido como asilvestramiento.

Según ha informado la UGR este viernes en una nota de prensa, el artículo se enfoca en "estudiar y describir los cambios evolutivos asociados a este fenómeno y que afectan principalmente a las almendras".

Este estudio integra análisis moleculares, genéticos y morfológicos para comparar las características de almendros cultivados y asilvestrados. Los resultados muestran una clara tendencia: estos últimos han ido evolucionando rápidamente para "adaptarse al medio natural en no más de cinco décadas, lo cual, a escalas evolutivas es un tiempo muy corto".

En este proceso evolutivo se observa un cambio significativo en las almendras, que tienden a ser más amargas y tóxicas y a poseer una cáscara más dura. Esto les brinda una mayor protección frente a los depredadores en el medio natural y les permite poder dispersarse y germinar con éxito. "Curiosamente la naturaleza vuelve a seleccionar lo que los seres humanos tratamos de evitar: almendras no comestibles", ha explicado Andrés Barea Márquez, del departamento de Ecología de la UGR y autor principal de este trabajo.

Esta investigación ha contado con la colaboración de otras entidades como la Estación Experimental de Zonas Áridas en Almería y el Centro de Edafología y Biología Aplicada del Segura en Murcia, ambas del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, y la Universidad de Utah en Estados Unidos.

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