Con toda probabilidad en menos de una semana la cosecha de cereal avanzará por los campos de Castilla y León, una circunstancia excepcional, advierte Asaja, “puesto que lo habitual es que hasta finales de junio o casi entrado julio no entren las cosechadoras en la meseta”. Muchos agricultores “no tienen ninguna esperanza de que mejoren sus trigos y cebadas, ya de por sí castigados por los rigores de un mes de mayo cálido y seco; por el contrario, temen que todavía puedan perder el escaso peso de sus espigas”.
Las previsiones de Asaja en estos primeros días de junio apuntan a que la cosecha total en Castilla y León no superaría los 4,3 millones de toneladas, un tercio inferior a la media de la última década (alrededor de 6,2 millones). De ellas, aproximadamente 2’1 millones serían de trigo, 1’95 de cebada, y 250.000 de avena, centeno y otros cereales. Es decir que, en el mejor de los casos “porque todavía podría empeorar la situación de los cultivos hasta que se complete la campaña, a lo largo de los meses de junio y julio”, los rendimientos quedarán un 30 % por debajo de la media. Estas previsiones situarían a la presente cosecha como una de las cinco peores de los últimos veinte años, las de los años 1995, 2001, 2006 y 2009, al que habría que sumar este 2015.
Como subraya Donaciano Dujo, presidente de Asaja Castilla y León, “en este caso la decepción de los agricultores es doble porque se da la circunstancia de que a fecha 1 de mayo el campo se presentaba en las mejores condiciones posibles, lo que nos hizo concebir esperanzas sobre una gran cosecha”. Un mes después, el panorama ha cambiado radicalmente, lo que ha lanzado a numerosos profesionales a cosechar “en verde” para aprovechar en lo posible los mermados rendimientos de sus parcelas con destino a alimentación animal, y acelerando como se ve a la primavera la necesidad de entrar a cosechar en la meseta. La sequía ha perjudicado especialmente a las provincias del sur y centro de la Comunidad Autónoma, por lo que estaríamos hablando de rendimientos medios de unos 1.600 kilos por hectárea en Salamanca.
Grandes pérdidas
De mantenerse y no empeorar más aún estas previsiones de un 30 % menos de cereal, que algunos agricultores salmantinos cifran ya en el 50 % lo que supone afrontar a duras penas los costes, supondría ya “un importante mazazo económico para el sector y para la economía regional en su conjunto”.
Los cerca de dos millones de toneladas que se van a dejar de producir respecto a una cosecha media significan 323 millones de euros menos de ingresos. A esta cifra hay que sumar las pérdidas que se están registrando también en el subsector de los forrajes (alfalfas, vezas, esparcetas…) con unos pésimos rendimientos en toda la región, lo que encadena además una menor disponibilidad para los ganaderos, a su vez preocupados por la escasez y pobre calidad de los pastos disponibles.
Otro sino del sector, que de nuevo se agudiza esta campaña, son los problemas para controlar malas hierbas, enfermedades y plagas ya endémicas de los campos de la región, y que los productos fitosanitarios –“que suponen un coste considerable para los agricultores”– no logran controlar.
Por lo que ha ocurrido en campañas anteriores, donde ya la escasez de oferta no es garantía de buenos precios, los agricultores desconfían de las cotizaciones, aunque en la última lonja celebrada, la de León, sí se registró una mayor demanda y alzas ante la constatación de la mala cosecha.
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