Los castellanos y leoneses reciclan unas 70.600 toneladas de envases al año

Ecoembes abre las puertas de la planta de reciclaje de Villamayor, en Salamanca, e insiste en la necesidad de reducir el porcentaje de residuos impropios que se depositan en los contenedores amarillos, que en Castilla y León alcanza el 28%

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Los castellanos y leoneses reciclan unas 70.600 toneladas de envases cada año, tal y como reflejan los últimos datos consolidados, correspondientes a 2022, según avanzó este martes el coordinador de Asuntos Corporativos de Ecoembes, Álvaro Otero, en declaraciones recogidas por Ical durante la visita que la compañía ofreció hoy a la planta de reciclaje ubicada en el término municipal de Villamayor de Armuña, en la provincia de Salamanca, una de las 97 que existen en el país. Cada ciudadano, de hecho, recicla 24,5 kilos de envases al año en la Comunidad.

No obstante, el responsable de la compañía incidió en la necesidad de hacer pedagogía sobre los residuos impropios, es decir, aquellos que no deberían depositarse en los contenedores amarillos, según sus palabras, “contenedores de envases, no de plástico”, reiteró.

En este sentido, comentó que el porcentaje de impropios alcanza el 30 en todo el país, mientras que en Castilla y León se queda en el 28 por ciento, casi tres puntos por encima de la provincia salmantina que apenas supera el 25 por ciento. “La parte ciudadana es fundamental”, apostilló Otero, quien añadió que este tipo de residuos “entorpecen el proceso” y los que no pueden encontrar una salida en el CTR de Gomecello acaban en los vertederos.

El responsable de Ecoembes explicó que en la planta de selección de residuos de Villamayor se ejecuta la primera parte del proceso de reciclaje, es decir, aquellas labores que tienen que ver con la selección de los deshechos. Envases, según reiteró, que no solo son de plástico, sino también de acero o aluminio y ‘brick’, y el tipo de material es el criterio de selección de los mismos. Existen, en este sentido, hasta siete fracciones de materiales diferentes, incluyendo varios tipos de plástico, por su dureza, y los objetos metálicos, como latas.

“Aquí se encargan de prepararlos, embalarlos y dejarlos listos para que lleguen los camiones de las empresas de reciclaje y se los lleven. La labor que se hace aquí es clave, un trabajo que no cesa y cuyo el objetivo es transformar un residuo en una nuevo recurso, una materia prima que le estamos ahorrando a la naturaleza”, afirmó Álvaro Otero, quien incidió en la necesidad de hacer pedagogía respecto a la ciudadanía para dar hasta “mil vidas” a los deshechos materiales de consumo.

Una idea en la que incidió ante los periodistas el responsable de la planta, Antonio Antón, quien explicó que lleva automatizada desde este mismo 2023 y que gestiona unas 4.900 toneladas anuales. Anteriormente, por tanto, las labores manuales estaban más presentes. Según sus datos, en la infraestructura de Villamayor procesan entre 3,7 y cuatro toneladas por hora aunque tienen capacidad para alcanzar las 4,5.

El proceso comienza con la descarga de los residuos en una superficie llamada playa. De ahí se transportan hasta los ‘rompebolsas’ que se ocupan de quebrar el film de los recipientes de film para que los envases pasen liberados por las cintas. Un primer triaje manual sirve para eliminar los residuos impropios, incluyendo, por ejemplo, el film industrial y el papel y cartón que llega. Luego, el material sube a un “balístico” para “separar lo planar de lo rodante” y, de ahí, pasa por dos aspiraciones de aire para las bolsas.

Luego un imán atrae el acero y otro repele el aluminio con un campo magnético, A partir de ahí, los residuos pasan por tres líneas de sensores ópticos que, mediante aire, separan los envases. Un es para botellas de PET, como las de agua, otro para el ‘brick’, y otro para el PEAD y el mixto. El tercer óptico hace una clasificación “de calidad”, es decir, “separa el material que no está bien ubicado” y, más tarde, ése vuelve a hacer otro ciclo completo. A continuación se hace un nuevo triaje secundario manual para volver a separar lo que no correspondes. “De ahí cae a unos búnkeres y, cuando hay suficiente para hacer una bala va al almacén hasta que viene el camión del reciclador para retirar el material”, concluyó Antón.

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