La celebración del Toro de la Vega venía, año tras año, cargada de polémica. Los orígenes de esta tradición se remonta al año 1335, cuando el Rey Pedro I de Castilla decretó que los torneos de lance con toros que ya se hacían en muchas localidades se debían celebrar a campo abierto terminando la justa “con el desempeño del morlaco”. Desde el siglo XIX se tiene constancia de que este torneo se celebra como se conoce hoy en día.
Así las cosas, y como ha sucedido hasta la presente edición, el toro muere lanceado por los mozos y caballistas. Sin embargo, la Junta de Castilla y León ha aprobado un decreto Ley que prohibiría la muerte de toros de lidia en espectáculos taurinos populares, convalidado por las Cortes de Castilla y León este miércoles. Esto afecta al desarrollo habitual del Toro de la Vega, que ya no debería morir. Con lo cual, el fin de esta fiesta en los términos en los que hoy se manifiesta es un hecho que antitaurinos y partidos animalistas ya están celebrando.
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