En los años de paso al nuevo milenio, el tebeo abandonó su condición de divertimento para ser el noveno arte. Quizás dejó atrás la locura de la adolescencia, su fantasía y su esperanza… A cambio, asumió toda su humanidad: a veces, un dolorido sentir.
En esos mismos días, la educación dejó de ser un pasaje necesario para la vida y mutó en uno de los más graves desafíos de nuestra época. Las dificultades son enormes: los náufragos del mundo antiguo somos los que enseñamos a los jóvenes dueños de un universo enteramente nuevo. Aunque llegamos despojados, somos portadores de tesoros, tenemos las claves de las puertas de las grandes salas. Pero están en nuestro lenguaje, y ya no es el suyo.
Es el dilema cotidiano del enseñante: cómo sellar cada día un pacto que permita la transcripción. Cómo ser entendidos, cómo ser valorados.
Esta exposición que se inauguraba este viernes y permanecerá abierta en la Biblioteca Pública de Zamora hasta el 17 de junio es el resultado de uno de esos pactos. Las novelas gráficas hablan de los problemas de nuestro tiempo, pueden tener un gran valor literario, y alcanzar excelencias plásticas. ¿Por qué no aprovecharlas para educar? He aquí una respuesta.
“No lo hemos intentado solos. Queremos agradecer a la Biblioteca Pública del Estado de Zamora su colaboración entusiasta, tanto en el planteamiento como en el desarrollo y su desenlace, que no es otro que esta muestra”, explican desde la organización en la octavilla que resume la exposición.
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