Baltasar Lobo cumple 107 años

El pasado martes 21 de febrero, el escultor zamorano habría alcanzado la edad de 107 años. Además de por sus obras en los distintos puntos de la ciudad, la recién creada asociación de Amigos de Baltasar Lobo, contribuye a mantener vivo el recuerdo.

 

Nació en el seno de una familia modesta en un pequeño pueblo de la Tierra de Campos, dominado por el color de esa misma tierra y del barro con que se construían sus casas. Cerecinos era entonces un pueblo vivo, cuyos 1.388 habitantes se dedicaban a la agricultura y a cuidar de sus rebaños de ganado lanar, como se escribía en las enciclopedias de antes. Un pequeño microcosmos, con sus casas, sus tierras de labor y un arroyo, llamado de Piedra Blanca, que fertilizaba los vastos campos de cereal.

A medio camino entre Tordesillas y Benavente, el pequeño Baltasar podía observar la parada de postas, donde los viajeros tomaban caballos de refresco para continuar su ruta. E imaginar otra vida más allá de la planicie, en que los sueños y las manos trabajaran a la par.

Su padre, carpintero, supo transmitir a sus hijos el afán por el saber y la cultura que, en el caso de nuestro protagonista, se unió a una clara y decidida vocación artística. Se cuenta que, con inusitada lucidez y determinación, y con tan sólo diez años, se plantó ante su padre para exponerle vehementemente que sin el arte su vida no tenía sentido. 

Baltasar Lobo con solo 12 años llegó al taller del imaginero vallisoletano Ramón Núñez para seguir aprendiendo. El mismo que más tarde, gracias a las becas con las que la Diputación provincial dotaba a jóvenes virtuosos de provincia, llegaría a Madrid para estudiar en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando. El que unos pocos años más tarde dará muestras de su compromiso social y político colaborando como ilustrador en varias publicaciones anarquistas e instruyendo en la lectura y escritura a los combatientes. El que finalmente cruzará la frontera y llegará a París para convertirse en un referente de la escultura del siglo XX.

"Ciento siete años después de su nacimiento, Zamora tiene una deuda con Baltasar Lobo: le debe la memoria, el reconocimiento de lo que fue su vida y un museo que albergue y visibilice el legado que generosamente donó a la ciudad. Un museo de verdad, no otro espacio provisional más que exhiba una parte de su obra, mientras la otra duerme en algún almacén esperando momentos mejores". Esa deuda es la que ha movido a un grupo de personas, propietarias de las anteriores declaraciones a impulsar la creación en la ciudad de la Asociación de Amigos de Baltasar Lobo, que recién ha echado a andar y desde la que queremos desear a Lobo un muy feliz cumpleaños.

Una asociación a la que todos los zamoranos están invitados a sumarse, porque esa es la idea: sumar para conseguir que, por fin, Lobo y su museo sean el mascarón de proa de una Zamora convertida en referente de la escultura y el arte contemporáneos.

 

Para formas parte de la asociación poner en contacto con:amigosbaltasarlobo@gmail.com

 

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