Castroverde de Campos fue el pueblo que vio nacer a Marcelo Alcalá de Caso. Un zamorano que se estuvo obligado a dejar el colegio para trabajar en el campo cuidando las ovejas de su familia.
Un campesino que terminó por convertirse en un animal poético ya que, desde su tierna infancia, cuando a los once años dejó la escuela, la lectura y la escritura se convirtieron en sus mejores compañeras de labor.
Sus largas horas en el campo y la soledad pastoril le llevaron a refugiarse en las letras a modo de acompañamiento y refugio. No sería hasta 2018 cuando publicó su primer poemario bajo el título 'Del Amor, De La vida, De La muerte'.
Sin embargo, hace unos años Marcelo Alcalá participó en un recital de cuentos eróticos y fue allí donde escribió su primera obra con cariz sicalíptica que se han transformado en su segundo poemario 'Adolescencia eterna' bajo el sello Aliar Ediciones.
"Vamos de modernos y de progres, pero este tipo de literatura sigue chocando y en torno a ella existen muchos prejuicios"
"Se me fue la olla", aseguró entre risas el propio poeta ya que esa primera incursión en la poesía erótica le inspiró de tal manera que pudo encumbrar su segunda obra que se presentó al público el pasado viernes en el Museo Etnográfico de Zamora bajo la atenta mirada de familiares y amigos.
Pese a que sus obras abordan el erotismo desde una esfera sutil sin caer en vulgaridades, Alcalá asegura que la sociedad aún no está preparada: "Vamos de modernos y de progres, pero este tipo de literatura sigue chocando y en torno a ella existen muchos prejuicios".
Unos prejuicios que el mismo vivió en su pueblo, Castroverde de Campos, donde en una actividad literaria procedió a leer uno de sus poemas. "Yo leí un poema erótico y la gente salió poco más que haciéndose la señal de la Cruz".
Una confesión entre risas del propio autor, pero con una marcada reivindicación acerca de la falta de aperturismo que se sigue viendo hoy en día, tanto dentro como fuera del mundo de las letras, en lo que se refiere a este género literario.
El autor estuvo acompañado en la presentación por el poeta y amigo Benito Pascual, quien halagó el trabajo de Marcelo después de la dura infancia que le tocó vivir y como ha plasmado en su segundo poemario las ganas de un hombre maduro de alargar esa etapa adolescente.
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