"Ha sido una decisión muy dura, las previsiones no son buenas y debemos conservar nuestro patrimonio". Con estas palabras y visiblemente emocionada, Isabel prieto, presidente de Nuestra Madre de las Angustias, comunicaba la suspensión del desfile procesional. La noche se presentaba difícil para la Cofradía y finalmente el cielo dictó sentencia.
Tras esta dura decisión, se llevaría a cabo el acto religioso como antesala del canto de la Salve dentro del propio templo de San Vicente Mártir. Un escenario que, pese a no ser el deseado, ofreció una imagen inédita donde os tres grupos escultóricos bailaron al compas de una Salva más sentida que nunca. El desconsuelo de Nuestra Madre y de la propia Isabel se vio arropado por el apoyo de centenares de hermanos que accedieron al templo.
Cofrades y damas que se habían preparado para acompañar la Virgen en su dolor en una noche fría. Esta situación provocó que las capas y capas de abrigo de algunos hermanos con la vista puesta en la calle, se tradujese en varios desmayos atendidos al momento por Protección Civil y Cruz Roja dentro del mismo templo.
San Vicente Mártir se convertía entonces en escenario hermético del dolor de una madre que vela a su hijo crucificado postrado en su regazo. Una imagen de hermandad tras las puertas que, pese a la lluvia, no dudaron en acompañar a Nuestra Madre de las Angustias en su noche más larga y dolorosa.
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