Al Churri le habría encantado estar en el Ramos Carrión en esta jornada de domingo. Si no podía ser junto a la Banda de Nacor Blanco, habría sido en las butacas, disfrutando de su Semana Santa. Estuvo, eso sí, muy presente, porque la Banda Maestro Nacor Blanco, de la que formaba parte, volvió a subirse a un escenario para interpretar esas marchas de Semana Santa con las que tantas veces redobló el Churri.
Pero es que, si de por si cada acto de la Semana Santa no es un homenaje a los que ya no están, especialmente en estos años de pandemia en los que muchos amantes de la Pasión nos han dejado, en esta ocasión el homenaje al Churri fue más que evidente. Anselmo Esteban, compañero del Churri, vecino de San Lázaro y San José Obrero, amigo de esos de las cuadrillas de jóvenes que pasaban las tardes y noches por la zamora ochentera y noventera ofreció una gran sorpresa para todos los asistentes al concierto de Nacor Blanco.
El artista zamorano, mientras sonaban compases de Pasión, mientras brindaban las palabras de Rubén Santamaría Cabanas, fue dibujando trazo a trazo un retrato imborrable del Churri junto a su redoblante, junto a su banda. Una obra que fue tomando forma poco a poco, sin prisa pero sin pausa, llevando a los espectadores primero por la intriga, después por el asombro y finalmente haciendo que sobre el escenario y en el patio de butacas se asomara alguna lágrima de recuerdo para uno de los corazones más grandes de la Semana Santa zamorana.
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