Javier Prieto, nuevo diácono de la diócesis de Zamora

Javier Prieto Prieto ha sido ordenado hoy 11 de marzo de 2023, diácono en la iglesia de San Juan de Fuentesaúco, lugar del que es natural, rodeado de su familia y amigos que acudieron a una entrañable celebración religiosa y llenaron el templo.

Javier Prieto, nuevo diácono de la diócesis de Zamora
Javier Prieto, nuevo diácono de la diócesis de Zamora

Presidió la celebración Fernando Valera, obispo de Zamora, acompañado de Francisco Simón Piorno, obispo emérito de Cajamarca (Perú) y de un centenar de sacerdotes tanto diocesanos como procedentes de diócesis cercanas.

Millán Núñez Ossorio, rector del Seminario Mayor de Zamora, presentó el candidato al obispo, reconociendo públicamente que, consultado el Pueblo de Dios, es digno de ser propuesto para el orden de los diáconos. A continuación, abrió la homilía Monseñor Valera recordando unas palabras que pronunció el papa Francisco en el jubileo de los diáconos del Año de la Misericordia: “Pablo en la carta a los Gálatas se define como servidor de Cristo.  Y al comienzo de la misma carta se había presentado como apóstol por voluntad del Señor Jesús (Gal 1,1)”. El papa afirmó que “ambos términos, apóstol y servidor, están unidos, no pueden separarse jamás; son como dos caras de una misma moneda: quien anuncia a Jesús está llamado a servir, y el que sirve anuncia a Jesús”.

Reconoció el obispo su emoción de “poder conferir el sacramento del orden en el grado de diácono a D. Javier Prieto Prieto”. A partir de este momento el nuevo diácono, indicó D. Fernando, tiene la misión de “hacer presente al diácono Jesucristo en el tiempo de la Iglesia que peregrina en Zamora, es hacer real el mandato de su amor; mandato a salir de sí mismo, morir a sí mismo para que Cristo sea todo en ti”. En este sentido la asunción del diaconado supone “romper con toda auto-referencialidad en el camino del seguimiento”.

Con el diaconado, recordó Monseñor Valera, se le encomienda al ordenado “la transmisión de los signos del amor de Jesucristo; con el cuidado de los enfermos y de los que sufren; acercarse a ellos y darles lo que ninguna técnica, ni medicina puede darles: la cercanía de la compasión y de la convivencia; la fuerza de comprender que incluso en el sufrimiento se aprende a creer en el amor de Dios. Ser diácono significa hacer presente en la Iglesia, mediante el sacramento, el misterio de la diaconía de Jesucristo, su amor. El diácono permanece diácono toda la vida, servidor, representa a Jesucristo toda su vida. No es solo un hecho que preceda a la ordenación de presbítero, ni a la de obispo”. Subrayó el obispo que cuando se ordene sacerdote  seguirá siendo diácono.

Reprodujo D. Fernando unas emotivas palabras que el ordenado le escribió en una carta personal: “Cuente con mi ilusión y ganas, con mis fuerzas y capacidades, con mi deseo de colaborar e intención de hacer mías las formas y maneras del estilo pastoral de nuestra diócesis, para así hacer vida la llamada a ser servidor que el Señor me hace al concederme el ministerio de diácono”.

Le pidió el obispo al ordenado que asumiera el Estilo de Jesús, de su Espíritu porque “solo el Espíritu asiste a la Iglesia en la predicación de la fe, en la ruptura con todo clericalismo y elitismo, el Espíritu que fortalece a la Iglesia en la confesión de la fe en la vida hasta el martirio. El Espíritu que discierne la Escritura, que vuelve eficaces los sacramentos. Sin el Espíritu, el seguimiento de Jesús se reduce a una mera opción ética, se convierte en un voluntarismo incapaz, a la larga, de llevar a cabo la misión a la que eres llamado; o la historia de Jesús de Nazaret reducida a una mera jesusología, la narración de la vida de un gran profeta, admirable, que murió mártir, como otros profetas”.

La tarea del diácono, continuó D. Fernando, es decisiva porque recuerda lo que Jesús ha dicho, “nos lo actualiza, nos da testimonio interior de su persona, nos enseña a orar, nos hace llegar a la verdad integral sobre Jesús, nos comunica su vida, nos hace sus discípulos misioneros, está en nosotros siempre, nos da fuerza interior, nos incorpora a su milenaria Iglesia de Zamora, nos hace hijos servidores del Padre, semejantes a Jesús, cooperadores en su misión del Reino, fermento de una nueva sociedad y de una nueva tierra y un cielo nuevo para la Gloria de Dios”.

Apelando a unas palabras de Benedicto XVI, el obispo terminó su homilía invitando al ordenado a vivir “anclado en el profundísimo misterio de la Eucaristía… y tener la capacidad de ocuparse de la miseria del mundo y acogerla para proporcionarle consuelo, sanarla con nuestra caridad y compasión”.

Después de la homilía, Javier Prieto se levantó para manifestar ante él y el Pueblo de Dios la voluntad de recibir el ministerio del diaconado. A continuación se cantaron las letanías. La ordenación continuó con la imposición de manos confiriéndole el don del Espíritu Santo y los ritos propios del revestimiento con la estola cruzada y la dalmática. Además, recibió el nuevo diácono entrega de los Evangelios de la mano del obispo.

En este momento la diócesis de Zamora ya cuenta con dos diáconos: Antonio Vela, como diácono permanente, y el propio Javier Prieto que, en este caso, será de carácter transitorio puesto que en unos meses espera ya su ordenación sacerdotal.

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