Claxon y rugir de motores hacían intuir la llegada de los dos caballos a la Plaza Mayor. Pero estos no fueron los únicos invitados, los grandes clásicos como el Simca 1000 o el Fiat 126, entro otros, aparcaban en Zamora como atractivo de la última jornada matinal festiva de las fiestas.

Cientos de zamoranos y turistas se acercaron para conocer por dentro y por fuera los grandes cásicos del motor. Utilitarios convertidos en reliquias a los que nos les faltaba detalles, bolas de billar, estrellas de mar y hasta un escarabajo disecado adornaban las palancas de cambio de estas piezas de coleccionista.

Los motores de los dos caballos rugía casi con la misma potencia que el primer día e incluso del capó de un dos caballos salía el grito de Tarzán o un sugerente silbido como añadido a la belleza de su carrocería.


Los coches llegaron al centro de Zamora a las diez de la mañana y no sería hasta la una y media cuando retomarían el camino de vuelta a sus garajes para seguir haciendo historia y sumando años sobre ruedas. 

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