Padilla triunfa, Ferrera gusta y Paquirri decepciona
La primera de abono de la Feria de San Pedro dejó muchos claro oscuros para una afición deseosa de buenas tardes pero que se encontró con una corrida anodina, solo salpicada por un Padilla que sacó adelante la faena con arrestos en el segundo de su lote y con un Ferrera que ofreció el toreo más depurado. Decepcionante fue la presencia de Paquirri, que se marchó abucheado por el respetable.
La meteorología era un presagio. Más oscuros que claros, frío y viento en una plaza que lucía prácticamente media entrada. No eran los ingredientes más alentadores para la primera de abono de la Feria de San Pedro. Una situación que solo podía salvar el arte de los tres diestros del cartel y los toros de Gerardo Ortega. Pero también ahí hubo más oscuros que claros.
Padilla fue el triunfador de la tarde. Lo fue porque se marchó a hombros. Lo fue porque plaza que pisa, plaza que la afición le lleva en volandas. Su historia de superación le hace salir al albero con el público predispuesto al aplauso. Al menos en una plaza como Zamora. Pero el primero de su lote fue decepcionante. Apenas dio unos capotazos y se lució con las banderillas. Pero cuando comenzó con la muleta no pudo esconder la evidencia. El toro no acompañaba. Y antes de hacer perder el tiempo al respetable decidió sacar el acero. Esa prisa que tuvo para cerrar el primero, se convirtió en quietud con el segundo.
Ahí salió la valentía de Padilla. Su arrojo y su valor lo convirtieron en un torero bizarro, que exigió al toro desde el inicio con el capote, le colocó los pares de banderillas y se lució con la muleta. El tendido entendió con rapidez que la faena iba a ser diametralmente opuesta a la primera. Una faena de tú a tú. Una faena a pecho descubierto. Esta vez no hubo alharacas que adornasen. Esta vez hubo fondo para una forma gallarda de hacer toreo. Levantó al público del asiento con un estoconazo directo y el vuelo de los pañuelos fue inapelable. Clamor popular, dos orejas y salida a hombros.
La de Paquirri fue una faena decepcionante. Aplauso en el primero de su lote e importante abucheo en el segundo. No ayudaron en nada los astados de Gerardo Ortega. Especialmente el segundo. En el primero se defendió. Consiguió enlazar varios pases que gustaron al tendido y el toro respondió también cuando Paquirri se lanzaba al natural. Pero fue de más a menos y tuvo que conformarse con una tímida ovación. Bien es cierto que la exigencia que se le atribuye a un torero cuando lleva el apellido Rivera va más allá de la lógica. Por eso los aficionados esperaban una actuación más decorosa en el segundo.
Pero después del éxito de Padilla, que logró desorejar al astado, llegó la peor faena de toda la tarde. Paquirri soltó dos capotazos, miró cómo picaban al toro, cómo le colocaban las banderillas y cuando apenas había comenzado las series con la muleta, el toro se fue a la arena. Lejos de intentar sacar algo de un astado que estaba rendido, Paquirri decidió acortar su estancia en Zamora y desenfundó el acero. Se llevó para casa un duro abucheo cuando abandonaba la plaza con su cuadrilla.
Por último, Ferrera fue el más destacado si se habla de toreo. Estuvo a la altura del cartel y de una plaza que por desgracia solo disfruta con dos o tres festejos al año. El balear se mostró especialmente suelto con el capote en los dos de su lote. Fue capaz de marcar el punto justo al picador. Además, dejó presencia de su destreza con las banderillas. En los dos toros de su lote entraba en la parte fundamental de la muleta con la afición entregada. Ante una tarde tan aciaga, los aficionados zamoranos se agarraban a cualquier atisbo de toreo depurado y Ferrera no tuvo problemas en entregarlo.
Solo el falló con el acero en el primer toro le impidió acompañar a Padilla por la puerta grande. Y es que en los dos astados de su lote logró enlazar varios pases. Tanto en sus derechazos como al natural, era capaz de mantener la constancia de las embestidas. Cada pase de pecho para cerrar la serie era coreado por un tendido que le otorgó una merecida oreja en el segundo de la tarde y le despidió de la plaza entre una sonora ovación. No obstante, fue el más destacado sobre el albero, pese a no tener la fortuna de salir a hombros.
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