De los 2.293 Bienes de Interés Cultural de Castilla y León, tan solo siete están catalogados como BIC inmaterial. La cetrería y la tauromaquia reciben esta distinción en el ámbito regional en tanto que por provincias, Ávila, Burgos, Palencia, Salamanca, Segovia y Soria no cuentan con ninguna denominación de este tipo.
León, por su parte, tiene reconocida la lucha leonesa (deporte autóctono tradicional), en tanto que Valladolid cuenta con dos BIC inmaterial: por un lado, la más reciente (marzo de 2017), la ‘Identidad, tradición y ritos’ en la Semana Santa de Medina de Rioseco y, por otro lado, la Función de la Cruz y la plaza de toros empalizada de Montemayor de Pinilla, por constituir, según el criterio de la Junta, “una tauromaquia singular”.
Al igual que Valladolid, la provincia de Zamora cuenta con dos distinciones de este tipo. Así, desde abril de 2014, la Semana Santa de Bercianos de Aliste recibió esta condecoración al constituir “una relevante y singular manifestación cultural con orígenes en el siglo XVI, que se ha mantenido inalterada hasta nuestros días, transmitiéndose de padres a hijos como un patrimonio vivo y seña de identidad de toda una comunidad”.
La declaración se concreta en el Jueves y Viernes Santo, cuando se ponen en escena las principales ceremonias y procesiones de la Pasión, si bien la valoración y protección de esta expresión cultural debe entenderse de una forma global.
El jueves por la tarde se celebra la procesión del Santo Cristo o de la Carrera, en la que se procesiona el Cristo pequeño o Cristo de la Cofradía. La procesión es similar a la celebrada en Viernes, si bien en este caso los hermanos visten la capa de capillo.
Por otro lado, desde abril de 2015, la ‘Pasión zamorana: ritos, esencia y territorio” de Zamora también fue declarada Bien de Interés Cultural inmaterial siendo justificada del siguiente modo: “El conjunto histórico de la Ciudad de Zamora se convierte en elemento inherente a esta expresión cultural, en escenario y marco singular para esta representación, que no podría comprenderse sin el urbanismo y arquitectura de la ciudad. La estética de la Pasión Zamorana encuentra en la arquitectura de la ciudad el escenario idóneo para su puesta en escena. El trazado urbano de Zamora, con sus calles y plazas, sus construcciones históricas y el conjunto de iglesias románicas que conserva, conforman el decorado perfecto para esta representación, en la que los propios habitantes de la ciudad, junto con los visitantes, son los espectadores, actores y figurantes en este singular y relevante hecho cultural. Los recorridos, los lugares de culto o el Museo de Semana Santa, son el contexto espacial en el que se desarrolla la Pasión Zamorana, en el que se incardina la esencia, el espíritu y religiosidad de sus gentes, clave para la lectura e interpretación de la celebración”.
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