Las piezas escultóricas están realizadas con aperos usados, mezclados y transformados. Estos objetos, que siempre han tenido un movimiento y un uso, de repente se ven quietos, estancados, reconvertidos en cuerpos estéticos y transmitiéndonos un anclaje en la memoria, mientras que las sombras y proyecciones junto con el baile y el sonido nos conducen por el curso del tiempo y la experiencia de la pérdida y la deriva a la que se ve sometida la situación del mundo rural.
Con este juego en el que la materialidad de los objetos se pone en un equilibrio sutil y poético con la luz, la música y la danza, se crean nuevos lugares confusos que el espectador debe contemplar efectuando un proceso de búsqueda en esa sucesión de imágenes que se repiten una y otra vez, un retorno y una vuelta, donde pueda hacerse preguntas sobre su propia realidad.
En definitiva, la obra se convierte en una metáfora de la realidad suponiendo un tránsito por la indecisión y la duda, por aceptar estar en medio y en ningún lugar, estableciendo un pulso entre el pasado y el presente.
La inauguración se llevará a cabo este martes 8 de enero a las 20.30 horas en la sala de exposiciones de la Alhóndiga.