Más de un millar de personas llegadas desde toda la geografía zamorana han acompañado a nueve vírgenes de la provincia y a la Concha de la capital en una peregrinación desde distintas iglesias zamoranas hasta la Catedral. Un sólo corazón latiendo desde distintos lugares y el amor a María representado en distintas advocaciones.
La Virgen del Viso salió desde San Ildefonso para ser la primera en llegar, acompañada por decenas de vecinos de Tierra del Vino, a la Seo. Curiosamente la imagen procesionó con la antigua mesa de la Virgen de la Soledad.
Junto a ella, siempre acompañados por sus distintos estandartes o pendonillas, con vecinos de los pueblos de la zona, que no quisieron perderse esta oportunidad y que hicieron que la Catedral se quedara pequeña y hubiera gente que tuviera que quedarse fuera, superando el millar de aforo que permite San Salvador.
Desde El Tránsito acudieron la Virgen de la Veguilla de Benavente y la Inmaculada de Villalpando, que desataron vítores a la entrada de las vírgenes a la Catedral donde el obispo de Zamora, Fernando Valera, recibió, uno por uno, a los más de mil asistentes.
La Virgen de Gracia, patrona de Sayago, desde La Magdalena, fue la siguiente en aparecer en la Plaza de la Catedral, dejando paso a todos los estandartes de las cofradías zamoranas, tanto las de Semana Santa como las de gloria, que acompañaron de esta forma esta procesión magna.
La Virgen de la Concha, con su tradicional sonido salió de San Antolín y, con un día bastante más apacible que cuando salió para ganar el Jubileo para todos sus hermanos, estuvo acompañada por decenas de vecinos de la capital y por la Virgen de la Hiniesta con la que hace dos años que no se puede reunir en las condiciones deseadas, uniendo a Zamora y La Hiniesta en una jornada festiva.
No faltaron los trajes carbajalinos acompañando a la Virgen de los Árboles y las gaitas de As Portelas anunciaban la llegada de la Virgen de la Salud. Por último, desde el Palacio Episcopal, la Virgen del Canto, que en un inicio iba a salir desde San Juan, cerró esta procesión magna que culminó con la celebración de la eucaristía que presidió el cardenal Ricardo Blázquez.
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