VÍDEO | Silencio a los pies del Cristo de las Injurias

La periodista Eva Crespo ha sido la encargada de ofrecer el silencio de la ciudad con una plegaria que ha sido un ejercicio de amor, un de tú a tú con el Crucificado, contra la injusticia. Una plegaria brotada de las entrañas, de la carne, del profundo conocimiento del latido y el pulso de esta tierra y de sus gentes.

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Santísimo Cristo de las Injurias. Cofradía del Silencio (12)
Santísimo Cristo de las Injurias. Cofradía del Silencio (12)

Una marea de terciopelo rojo inundaba la Plaza de la Catedral y el incienso perfumaba la última luz del día. La torre de la Catedral cantaba su lamento de bronce y la música del chelo de Jaime Rapado, compuesta por Enrique Satué, rasgaba las almas. El Cristo de las Injurias aparecía majestuoso desde la Cruz acariciando, abrazando a una ciudad acostumbrada a vivir en el silencio, a no levantar la voz.

Lo había escrito en su revista IV Estación: "caminito de la Catedral iré mirando al cielo y serena". Y así ha sido. Hermosa, serena, mirando al cielo, mirando frente a frente a la portentosa imagen, ha pronunciado en apenas tres folios la más sincera, tierna y descarnada plegaria al Crucificado, el que guarda en los brazos de su cruz tantas cosas. Palabras para el mundo desde una ciudad que se desangra y pierde población que hoy, este Miércoles Santo, es la ciudad de la vida, de los abrazos y del reencuentro. La ciudad de la dignidad, de una Pasión construida por el pueblo, edificada también en la sombra por tantas mujeres que siguieron sus pasos iluminando el camino con las velas de la humildad. Hoy Eva era todas ellas, y también las que se estrenaban bajo el caperuz, y también los más veteranos que llevaban a sus nietos de la mano, y también las miles de personas que ya convierten la ciudad en un hervidero de gentes y esperaban en las aceras. Todos.

Zamora entera ha hablado por su voz en presencia del presidente Mañueco, de autoridades civiles y militares y directivos de todas las cofradías de la Pasión zamorana. "Hijo, ¡no te rindas! que aquí estamos hoy todos contigo. Ya eres uno de los nuestros. ¡Míranos! el pueblo de Zamora es tu familia. En esta Plaza está hoy... la que podría ser tu hermana, tus abuelos, tus amigos, hasta los hijos y nietos que, los que te hicieron eso, creyeron que no tendrías. ¡Cuánto se equivocaron!, pues hoy somos legión.". 

Y después, la plegaria, un plegaria del siglo XXI para el más perfecto Crucificado del XVI: "Dios mío, tú que sabes del dolor, no dejes que la venda tape nuestros ojos sino tu herida abierta, por el amor a tus hijos, a tu pueblo que hoy se postra y guardará un atronador Silencio por las calles de Zamora. No permitas que esta “falta de palabra” de hoy sea alguna vez cómplice de la injusticia, el menosprecio, la violencia, los abusos, el bulling o el maltrato".

Finalizada la ofrenda, el obispo de la diócesis, Fernando Valera, tomaba juramento a los más de tres mil cofrades que, con la rodilla clavada en la tierra, asentían con voz grave: "Sí, juramos", y se iniciaba la procesión, que ha discurrido desde la Catedral hacia la Zamora del Modernismo, la que se asoma a balcones y miradores. Ya todo era silencio en la ciudad del silencio, sólo roto por el toque de clarines, los cascos de los caballos y el redoble de tambores que pregonan a Cristo en la calle. 

Todo lo dijo Eva: Hijo nuestro, Padre nuestro, nuestro Dios.

Procesión del Silencio. Real Hermandad del Santísimo Cristo de las Injurias

 

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