Los seguidores del Balonmano Zamora siguen sin saber a qué atenerse con su equipo este año. Y la prueba de ello volvió a darse este sábado en el duelo que medía a los pistacho contra Antequera. Tras 35 minutos de un balonmano vulgar, con escasa fluidez en vanguardia y con muchas carencias en defensa, la afición se lamentaba en las gradas y negaba con la cabeza, dando a entender que este curso será duro para todos.
Pero esa incertidumbre, esas dudas y esa negatividad se esfumaron de las gradas a partir del minuto 35. En ese momento apareció la versión del MMT Seguros que más gusta a la parroquia zamorana. Quizás no una versión de un balonmano sublime, pero sí de un balonmano de lucha, de coraje, de fe y de ganas que suple las carencias cuando las hay. Y así, gol a gol, la hinchada se ilusionaba, viendo como la distancia de seis goles que parecía insalvable se iba borrando.
El éxtasis llegó cuando a falta de poco más de dos minutos Sebas Ceballos convertía un penalti que ponía por delante a su equipo para culminar la remontada. Pero no se pudo culminar del todo, ya que un penalti convertido por Dorado volvía a llevar el marcador a las tablas. El último minuto fue de infarto, tanto que ambos equipos fallaron su ataque para haber ganado. No obstante, pese a sumar solo un punto, la afición local tributó una sonora ovación a su equipo porque el ADN del MMT Seguros volvió a aparecer en la pista del Ángel Nieto.
Eso sí, los árbitros no se libraron de una tremenda pitada tras un arbitraje controvertido que no gustó en exceso a la hinchada local.