La tarde tenía que ser redonda y el club lo sabía. Estaba todo preparado para que fuera un final de temporada apoteósico y desde el principio se notaba en el ambiente. El MMT Seguros no se jugaba nada pero el millar de aficionados fieles con los que siempre cuenta el Balonmano Zamora no querían dejar pasar la oportunidad de despedir a sus guerreros antes de la batalla deportiva en Palma del Río, con el ascenso como meta.
Ya desde el inicio fue una jornada de emociones. Primero, la cantera y el primer equipo les hacían el pasillo a las jugadoras del equipo cadete, que se proclamaban recientemente campeonas regionales. Después, las ovaciones a Carletes y a Leo Maciel en la presentación de los equipos. La afición sabía que el balonmano terminaba por esta temporada y quería paladear cada instante. Cada jugada, cada gol, cada parada de los arqueros. Todo era coreado.
Solo la falta de intensidad y atractivo en la segunda mitad aplacó un poco los ánimos de una hinchada que volvió a enchufarse en los últimos instantes, cuando veía que el cronómetro se devoraba los últimos minutos de la temporada en el Ángel Nieto.
Pero entonces, el tiempo se detuvo en el minuto 59. Ahí, los dos equipos se pararon y fue el momento de la despedida de Carletes. Un cuadro de homenaje, su familia, sus compañeros, los técnicos, la directiva y todo el pabellón puesto en pie para despedir a uno de los supervivientes de aquel germen de club novato que se ha convertido en mayor de edad. Ahora solo queda Iñaki Gómez.
La despedida de Carletes, el bocinazo final, los manteos al propio extremo y a Leo Maciel, el grito de guerra, las pancartas de apoyo en las gradas y un canto al unísono en la grada: “¡El año que viene, Zamora en Asobal!”. El desenlace, en dos semanas en Palma del Río.
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