Cinco escaladores zamoranos atacan Los Alpes franceses

Durante la primera quincena de agosto, los escaladores zamoranos de la AMZ y CDMB, Félix Ramos, Francisco López, Ramón Cifuentes y los hermanos Raúl y Jorge Manrique realizaron diferentes actividades de escalada/alpinismo en los Alpes franceses, concretamente en el macizo del Mont-Blanc.

 Campo base chamonix
Campo base chamonix

Estos cinco zamoranos escalaron algunas de las afiladas agujas de Chamonix como la Tour Rouge (Le marchand de sable, 300m, 6a+), la Aiguille de Midi (Contamine, 200m, 7a y Kalmen, 200m, 6c) y la Aiguille de Roc. En esta ultima Raúl Manrique, Francisco López y Félix Ramos se apuntaron Subtilités Dülferiennes (400 metros, 6b) una difícil y comprometida ruta de autoprotección de escalada en fisuras y diedros en la que los únicos seguros eran los colocados por los propios escaladores. La ausencia de seguros también les complicó mucho la orientación en la pared lo que implicó que invirtieran más de 12 horas en escalar la vía.

Otra actividad destacó especialmente. Después de varios años persiguiendo este objetivo, Ramón Cifuentes y Jorge Manrique lograron escalar la línea soñada en la cara norte de las Grandes Jorasses, el Espolón Walker. Es la gran vía de 1200 metros que surca la fría y oscura cara norte de las Grandes Jorasses hasta coronar los 4.208 metros de la punta Walker.

La actividad comenzó con la larga aproximación por el glaciar de la Mer de Glace y el glaciar de Lechaux hasta el pequeño refugio del mismo nombre colgado sobre el abismo. Después de pasar allí la tarde y descansar unas horas, a la 1:30 am, los alpinistas zamoranos tuvieron que remontar a la luz de los frontales la pronunciada pendiente y sortear las grietas del glaciar, hasta el comienzo de la vía a las 4:30 am. “Los primeros metros siempre son complicados por la oscuridad, la dificultad de orientarse, el frio y la humedad de la noche. Poco a poco ganamos metros a la pared superando pasajes con roca descompuesta hasta la salida de los primeros rayos del sol. A partir de aquí la estrategia de la escalada sólo fue una, escalar avanzando lo más rápido posible, alternándonos en los largos, sin pérdidas de tiempo”, aseguran.

Los 1.200 metros de la ruta se desarrollan en una dificultad mantenida entre V+/6a+, lo que obliga a escalar con pies de gato casi toda la vía. Pero la gran dificultad reside en cargar con la mochila en la espalda que pesa entre 8 y 9 kilos a pesar del material ligero, en la que cada escalador lleva sus botas, crampones, piolet, material de vivac, agua, comida…

En una escalada ágil y rápida, fueron superando los tramos más emblemáticos y complicados de la pared, el diedro de 75 m, el péndulo, las placas grises, con el recuerdo presente de los grandes alpinistas que han puesto su nombre sobre la roca, Cassín, Rebufat, Allain,… “Durante la escalada, el ambiente es impresionante, mire donde se mire, la sensación de vacío es constante, con las afiladas agujas de Chamonix a nuestros pies, los glaciares retorciéndose en el fondo de los valles resquebrajándose en mil grietas formando un laberinto inexpugnable que hace ya muchas horas logramos pasar con la luz del frontal”, explican.

A las 19:00 horas, después de 15 horas de escalada ininterrumpida, llegaron al tramo clave de la vía, las chimeneas rojas. Ya cerca de los 4000 metros de altitud, la nieve y el hielo aparece en la ruta. Con botas, crampones y piolet logran superar este tramo en escalada mixta comprometida, progresando sobre roca fragmentada, nieve y hielo en malas condiciones debido a la hora.

Recuerdan: “Bajo los últimos rayos del sol, localizamos una minúscula repisa inclinada donde pasar la noche. Fundimos nieve para hidratarnos, cenar, desayunar y tener agua para el día siguiente. La noche es fría pero se pasa bien. Las vistas sentados en el borde del espolón rocoso, simplemente impresionantes. Estamos muy animados sabiendo que ya estamos cerca de la cima, con tiempo estable, aunque somos consientes que todavía nos queda bajar”.

Al día siguiente tras varios largos de mixto y roca húmeda a las 12:00 pm coronan la cima de la punta Walker (4.208 m). Son momentos de alegría y emoción que rápidamente se transforman en inquietud al emprender el laborioso descenso. “Tras unas dudas en la primera parte, vamos superando los tramos conflictivos enlazando rapeles en las zonas rocosas y haciendo travesías en los glaciares evitando las zonas de grietas. Cuando llegamos al refugio de Bocalatte en la vertiente Italiana donde ya estamos seguros, sabemos que lo hemos logrado”, rememoran.

Tras un breve descanso, prosiguen el descenso de los 2.700 metros de desnivel hasta el primer pueblo del valle italiano donde llegan a las 19:00 horas. Allí se encuentran inmersos de alegría con sus compañeros Francisco, Félix y Raúl que les esperan para llevarles de vuelta a Francia.

Ya de regreso a España, los cinco alpinistas zamoranos escalaron en el Pirineo Francés la Cara Este (400m, 6b) en la Grand Aiguille de Assemberd para poner la guinda al viaje.

Vivac walker

Largo roca walker

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