La tradición volvió a cumplirse. La Carrera de la Rosca sumó una nueva edición y lo hizo con los ingredientes de siempre: el decorado de fondo de la iglesia de San Antolín, las roscas de San Antón, las botellas de agua, el frío y la dificultad para organizar una prueba atlética que en esta edición contó con doscientos atletas en todas las categorías en las que se daba la salida.
Primero fueron los chupetines los que tomaron la salida, y tan solo recorrieron los escasos metros que hay de cuesta en San Antolín. Después los prebenjamines, benjamines y alevines también cubrían el recorrido estipulado. Poco a poco se iba acercando la hora de ver en acción las dos carreras absolutas. Dos carreras que estaban previstas para las ocho de la tarde pero que se demoraron en el tiempo. Pese al frío y al retraso en las salidas, los atletas no perdían la sonrisa y la ilusión por disputar esta emblemática prueba.
Ya con el pistoletazo de salida, tanto en la prueba absoluta femenina como masculina, rápidamente se vio que los pronósticos se cumplirían. Paula Santos se destacó desde los primeros metros y ganó de manera incontestable después de tres vueltas. Poco después, era Diego Bravo el que también ganaba con suficiencia tras cubrir los cuatro giros al recorrido.
Al final, y lo más importante, buen ambiente y mucha voracidad a la hora de comer la tradicional rosca de San Antón que recibieron todos los participantes solo por tomar la salida.
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