A su llegada a Zamora, Martín Ramos se encontró con una gran pancarta que colgaba del balcón del edificio de su casa. Ramos pudo abrazar a sus familiares, conversar con su hijo, su mujer, su padre y todos los vecinos que le pedían que relatase una y otra vez la experiencia. Una experiencia que se repite por novena vez, ya que es la noveno “ocho mil” del montañero zamorano.
Como siempre, Martín Ramos se mostró agradecido a la vez que turbado. Su carácter introvertido se dejó ver en algunos instantes. Pero la presencia de tanta gente obligó a Martín a ofrecer unas palabras de agradecimiento a las puertas del hogar familiar. Tras eso, hubo una pequeña merienda para todos los presentes que se culminó con una tarta que cortó el propio Martín y que llegaba directamente de uno de sus patrocinadores.
Martín Ramos tendrá apenas unas horas para descansar del largo viaje, ya que la semana próxima deberá incorporarse a su puesto de trabajo.
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