Lastrado por la ausencia de rotaciones, el Zamarat ha cosechado su cuarta derrota consecutiva, la segunda seguida en casa. Las naranjas han perdido ante el Gernika Bizkaia en un duelo gobernado siempre por las vascas y condicionado por la diferencia en el fondo de armario. Las visitantes utilizaron diez jugadoras y pudieron mantener, en todo momento, un nivel muy alto de presión. Demasiado para las mujeres de Lucas Fernández, que jugaron con seis y media, ante la baja de Cinili y los problemas físicos de Simpson.

Aun así, el conjunto naranja tuvo argumentos para mantenerse con vida casi hasta el final. Con Svitlica, Pirsic y Aliaga como principales baluartes, el Zamarat llegó a situarse a cinco puntos de distancia en el último cuarto, tras llegar a ir perdiendo por trece. En este punto, a las naranjas les faltó tener pausa y acierto para decantar la balanza a su favor, precisamente lo que les sobró a Adrianne Ross y a Claudia Pop, impecables en el manejo de los tiempos y certeras en los lanzamientos clave.

Antes, el encuentro había comenzado a romperse en el segundo cuarto. Tras un inicio igualado en el que dos triples de Laura Aliaga permitieron que el Zamarat se marchara por delante al cierre del primer parcial (17-15), las vizcaínas tomaron el mando, destruyeron el, hasta hoy, sólido sistema defensivo de Lucas Fernández y anotaron 25 puntos en los diez minutos previos al descanso para encarrilar su triunfo (32-40).

Conscientes de su incapacidad para seguir este ritmo anotador, las zamoranas apretaron en defensa para agarrarse al partido. Lo lograron en parte. La defensa mejoró, pero la presión de Gernika a toda pista provocó muchas pérdidas locales y generó dudas en un conjunto naranja muy exigido en cada acción. En este tramo del choque la diferencia se elevó hasta los trece puntos (36-49) y puso a las mujeres de Lucas Fernández al borde del precipicio.

Sin embargo, las naranjas volvieron a demostrar que el tesón es una de sus grandes virtudes y reaccionaron para endosarle un parcial de 13-3 a las vascas, que entraron en el último cuarto sabedoras de que el Zamarat había sido capaz de abrir de un manotazo una puerta que parecía cerrada. 

A partir de entonces, sin embargo, la ventaja para las vascas osciló siempre entre los cinco y los diez puntos hasta el final del choque sin que las naranjas llegaran a pudieran meter el miedo en el cuerpo a un cuadro visitante que terminó zanjando, en los dos últimos minutos, un encuentro que murió en las manos de Ross. 

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