Pese a que durante los primeros compases estuvo sin apenas entrar en contacto con el balón por la buena salida del Zamora, lo cierto es que poco a poco Jorge Hernández fue entrando en la dinámica de su equipo. Tras ver que cerca del área no podía llevar peligro, decidió retrasar su posición unos metros para ser el encargado de distribuir los balones decisivos. Su estado físico primoroso y su clarividencia en el último pase fueron determinantes para la victoria del Promesas.
Jorge Hernández allanó el camino de la victoria con el gol en la primera parte. Solo tuvo que empujar a puerta vacía, pero como siempre estuvo atento para encontrar el hueco en el que ningún defensa del Zamora estaba pendiente. Tras el descanso apareció la mejor versión. Jorge Hernández hizo jugar a su equipo al ritmo que él impuso. Recortes, quiebros, carreras en velocidad y una visión de juego descomunal. Cada vez que Jorge tocaba la pelota, el Promesas generaba peligro. En gran parte por mérito del futbolista de Sanzoles, pero en otros casos por la cantidad de metros que le concedía la defensa del Zamora a un futbolista que con espacios es letal.
Para que la mañana hubiera sido redonda, Jorge Hernández tendría que haber metido un segundo tanto cuando un disparo suyo se marchó al larguero, y también debía haberse ido para casa con tres asistencias de gol, pero que se quedaron “solo” en pases de fantasía ante la mala definición de sus compañeros.
Rubén de la Barrera decidió sustituirle en el tramo final para que se llevase la ovación de los seguidores vallisoletanos pero también la de la afición zamorana. Jorge Hernández ha irrumpido con fuerza en el Real Valladolid y este domingo, con un partido antológico, Rubi ya tiene aún más referencias de un delantero natural de Sanzoles que demuestra día tras día su hambre por triunfar en el fútbol.
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