La primera llegó al filo del descanso y tuvo un protagonista inesperado. Con el marcador a favor y el Logroñés lejos de su mejor versión, Alberto Prada dejó muerto en el pico del área un balón que se iba al limbo. Titi centró y Ubis ajustició al Zamora a bocajarro. Hasta entonces, el equipo, sin ser un derroche de virtudes, había manejado el partido con más criterio y había aprovechado la pillería de Aarón para ponerse en ventaja.
Tras el descanso, el Zamora volvió a entrar en la depresión que le asalta cada vez que una incidencia negativa del partido hace saltar las alarmas. Débil mentalmente y sin ideas para generar fútbol, el equipo rojiblanco entró en un trance del que le sacó su propio despiste. Tras una acción ofensiva a balón parado mal ejecutada, Iker Alegre salió como una flecha por el costado zurdo, afogonó a quien se puso a correr a su lado y le regaló el segundo a Titi.
Los de Aguirre se fueron a la lona; sin respuesta, dejaron pasar los minutos mientras su rival se recreaba y contaba con opciones de ampliar el marcador. La reacción orgullosa del final constituyó el único elemento positivo del segundo tiempo. Eso y ver cómo Kurbus se desenvolvió con soltura en el centro. El resto pasará a la historia como un capítulo más de este inicio de liga que, de no ser corregido, puede hipotecar el futuro del equipo en la competición.