Recuerdos de un ascenso con espíritu de “liberación”: "Lo mejor que me ha pasado en la vida"

Los capitanes Dani Hernández y Carlos Ramos reviven con emoción los momentos previos a "la final" en San Sebastián de los Reyes y el papel que tuvo la afición en Matapiñonera en una temporada marcada por los impagos a los jugadores

Recuerdos de un ascenso con espíritu de “liberación”: "Lo mejor que me ha pasado en la vida"
Recuerdos de un ascenso con espíritu de “liberación”: "Lo mejor que me ha pasado en la vida"

Las hazañas siempre quedarán en la memoria. El cerebro tiene esa gran capacidad de recordar los momentos felices, aquellos que terminan siendo inolvidables. La sensación es indescriptible, ni las palabras salen. Se vive por dentro y por fuera, es como estar en un cuento de hadas. El Zamora CF vivió hace un año esa sensación indescriptible. Matapiñonera, el templo de la UD San Sebastián de los Reyes, se vistió de rojiblanco. En juego estaba el billete para la Primera RFEF, y esa oportunidad no la iba a dejar pasar el Zamora CF.

Dani Hernández y Carlos Ramos, los inseparables capitanes rojiblancos, recuerdan con claridad los momentos previos a su particular final. La noche del 1 de junio se vivió con cierta tranquilidad; la final de la Champions League entre el Borussia Dortmund y el Real Madrid despejó las mentes de los capitanes. “Teníamos ganas de que llegase el partido, pero tranquilos, confiábamos en que iba a ir bien, con la sensación de que íbamos a lograr el ascenso y vivir una de las tardes más bonitas de nuestra vida. Con confianza”, apunta Dani. 

Ese día, marcado a fuego, dejó algúna que otra anécdota. “Dani se puso ADN Real Madrid en la muñequera y se dibujó el escudo del Real Madrid en el pecho, evocando remontadas, y no nos fue nada mal”, sostiene Carlos Ramos. Aquella noche, David Movilla preparó una dinámica para sacar fuera todos los miedos y tensiones: “Nos liberó para verbalizar miedos y pensamientos, y nos ayudó a estar más tranquilos”, sostiene Ramos, quien afirma que “era un partido, una final que cerraba un año duro” en el que tenían la recompensa a solo unos minutos.

El balón empezó a rodar en Matapiñonera y la afición rojiblanca desplazada hasta Madrid se hizo notar. “Fue increíble, se veía a la gente por encima de las vallas. No pudimos conseguir entradas ni para los familiares. Se llenó, saltó la gente al campo. Lo mejor fue cuando llegamos a La Marina, estaba llena. Entramos y estábamos flipando, nos estaban esperando. Fue una de esas cosas soñadas que llevas intentando vivir tanto tiempo y lo conseguimos al final”, apunta Dani. Carlos Ramos coincide en ese sentimiento de estar en casa. “Se escuchó más a la afición del Zamora, nos hizo sentir orgullosos. Hicieron su partido, jugamos con uno más. La afición se volcó con nosotros a raíz de los impagos. Súper agradecido, nos dieron parte del ascenso”, enfatiza.

Y el resto ya es historia. Luis Rivas fue el héroe del gol que dio el ascenso a un Zamora CF ahogado por los impagos a sus jugadores. El ascenso supuso el broche de oro a una temporada “superdificil”. “Ninguno de los que formábamos parte de la plantilla imaginó que sería tan difícil, tantos meses sin cobrar y con una responsabilidad tan grande de devolver al Zamora a Primera RFEF”, apunta Dani Hernández.

Esa “liberación” también la sintió Carlos Ramos. “Era la única vía para salvar el club y cobrar. Fue un año muy duro, a partir de febrero, saber que no vas a percibir tu salario genera crispación y tensión. El grupo se mantuvo unido, el staff hizo un trabajo increíble de análisis. Esa exigencia que mantuvo Movilla hizo que lográramos el ascenso que tantos nos habíamos merecido por sufrir”.

El ascenso a Primera RFEF se consumó y empezó la fiesta. Un viaje de vuelta a Zamora con mucho ritmo y la emblemática celebración en el centro de la ciudad. Todo ello, Dani lo recuerda con exactitud: “Recuerdo cada momento de llegar a Zamora, de la noche, levantarme por la mañana y tener preparada la rúa y el trenecito, llegar al Ayuntamiento. Lo mejor que me ha pasado en la vida”, apostilla.

“Soy zamorano y del Zamora, y sabía que si no ascendíamos, todo se iba a pique”, afirma Carlos Ramos. “Al ser uno de los capitanes, sentía responsabilidad y gratitud, hice un esfuerzo terrible por el ascenso”, prosigue. El mediocentro no olvidará el abrazo a su hermano Kike, la celebración con su familia y amigos que se desplazaron hasta Madrid para vivir un día histórico. “Han estado en los momentos duros. Ellos sufren con nosotros y cuando hay alegrías, es la leche”.

La página del ascenso está grabada con oro en la historia del Zamora CF. Un año después, los recuerdos se mantienen vivos. Sus dos capitanes, leyendas vivas del club, forman parte de un capítulo de la historia que se enturbió por momentos. Sin embargo, la felicidad reinó y sus capitanes se encumbraron.

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