Saulo Hernández, tras el último partido de la temporada en el Ángel Nieto: "Este es un año que recordaremos siempre"
El técnico zamorano se emociona al pensar que algunos de los jugadores no formarán parte de la plantilla el próximo año y recuerda un año "tremendamente duro", pero en el que su equipo ha superado las expectativas
Derrota en casa, pero con el objetivo de la permanencia. Lo primero, felicitar a Cantabria y a su entrenador, Lolo Encinas, que ha tenido una temporada muy complicada y que, ahora, parece que encamina una salvación que, en mi opinión, es merecida. Hoy han sido justos vencedores de un partido en el que hemos entrado 20 minutos tarde a nivel mental.
Nosotros éramos conscientes de lo complicado que es seguir apretando después de dejarte, literalmente, todo lo que tienes durante muchos meses para conseguir un sueño. Y a la semana siguiente, en apenas unos días, aunque tú le digas a la cabeza que quieres seguir, esto no funciona así; no es tan sencillo.
Solo cuando ya llevábamos un tiempo en pista, y con la ayuda de este público increíble, hemos entrado en el partido y hemos hecho lo que sabemos hacer: luchar y dar todo lo que tenemos hasta el último minuto, independientemente de cómo vaya el día, del resultado o del nivel del rival. Ya sabéis lo que pienso: el deporte, afortunadamente, es mucho más que ganar o perder, aunque en el deporte profesional eso sea lo que prime.
Despedida en el Ángel Nieto. Si hay que perder de alguna manera y si hay que acabar la temporada de alguna forma, creo que debe ser así: que nadie se haya movido de su sitio, que haya pasado media hora y todo el mundo siga con ganas de ver a los jugadores, porque sienten que muchos quizá no estarán la próxima temporada. Hay un punto de pena, de resignación, de tristeza, porque esto se acaba. Y eso significa que la gente lo ha pasado muy bien con nosotros, que se han sentido identificados, y eso está muy bien. Mola mucho.
Pabellón en pie. Entiendo que yo sea la cara visible, pero para conseguir esto hay mucha gente muy válida detrás. Y no hablo solo de los jugadores, que son la parte principal. Hablo de mucha gente en el club y alrededor del club.
Recuerdo el verano pasado, cuando me preguntabais cómo veía la temporada, si creíamos que Zamora podía estar en una de las mejores ligas del mundo. Y yo, sin haber estado aún, pensaba que era peor de lo que realmente es —porque el nivel de esta liga es tremendo—. Aun así, dije que la única manera de lograrlo era si absolutamente todo el mundo remábamos en la misma dirección. Y este año nos hemos sentido afortunados de ir en un barco en el que todos estaban dentro: instituciones, empresas, aficionados, periodistas, simpatizantes… Nos hemos sentido muy queridos.
Y este final es simplemente una muestra de eso. No ha habido reproches por la derrota. Lo que ha habido es un agradecimiento por lo que este grupo de jugadores ha dado y por cómo ha representado a la ciudad durante toda la temporada. Creo que este es un año que todos los que hemos formado parte de él recordaremos siempre.
Yo llevo 25 o 27 temporadas como profesional, entre jugador y entrenador, y esto solo suele pasar cuando ganas un título. El resto de las veces no pasa. Y aquí lo hemos conseguido después de una derrota.
El futuro. No quiero que esto suene victimista, pero sinceramente, me cuesta pensar que lo pudiésemos haber hecho mejor entre todos. Hay que ser conscientes de que estamos en una liga que, como ya dije, ha sido mucho más fuerte a nivel deportivo de lo que yo pensaba el pasado agosto. Y creo que hemos hecho una temporada casi perfecta.
Estamos hablando de una liga con 6 equipos que podríamos considerar como "Madrid o Barça", y donde los datos dicen que, contra el resto, cuando jugábamos, de cada 10 o 11 partidos perdían solo uno. Eso quiere decir que, de los 34 partidos de liga regular, 22 eran auténticos duelos contra rivales muy buenos, como Cantabria. Y que la salvación estaba en 13 victorias. Es decir, que, si de esos 22 partidos rascabas solo uno o dos, luego tenías que ganar 12 o 13. Eso es una barbaridad. Y lo hemos conseguido.
Ilusión que mueve montañas. Si creemos que, por haberlo conseguido una vez, será más fácil la próxima, yo lo tengo claro: será al revés. Este año hubo un punto de ilusión compartida por todos, y yo soy de los que piensa que la ilusión mueve montañas. Este año las hemos movido. Pero para mantenerse aquí hace falta mucho más que ilusión.
Lo que he aprendido es que parecía que jugábamos en el patio de los niños pequeños y de repente nos cambiaron de curso y nos mandaron al patio de los mayores. Y los niños mayores juegan muy bien al baloncesto. Y sus entrenadores también saben mucho. Ha sido una liga que he disfrutado enormemente, pero acabo personalmente más cansado que nunca. Porque la exigencia de cada partido, de cada entrenamiento, ha sido brutal. Hemos tenido que hacer todo extraordinariamente bien para competir y ganar.
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