El Zamarat volvió a realizar un partido para olvidar. Y van muchos lejos del Ángel Nieto esta temporada. Todos los que se han jugado en el 2015, desde luego. Las naranjas comenzaron con brío en Cáceres; incluso mandonas. Pero se evaporaron cuando su rival se encorajinó y comenzó a imprimirle una mayor intensidad a su juego defensivo. No hubo rastro de orgullo en el bando visitante.

Y eso que, en los primeros minutos, el Zamarat dejó muy buenas sensaciones. Sobre todo Daria Mieloszynska, que dio un recital desde el perímetro y que quiso todos los balones en el parcial inicial y en los cinco minutos de apertura del segundo. Hasta ese instante, anotó dieciséis puntos; después, con Tudanca encima, no quiso saber nada de la pelota.

Así, entre las jugadoras que rehusaron asumir responsabilidad alguna y las que no acertaron con la canasta, con Van den Adel como principal exponente de este segundo grupo, el Zamarat fue viendo cómo el parcial a favor de las cacereñas iba transformándose de duro en humillante sin que mediara reacción alguna por su parte.

La situación llegó a tal punto que el conjunto naranja llegó a temer, incluso, por el average. Al final, las zamoranas lograron que la renta fuese inferior a 26 puntos pero, al igual que en Girona y en Huelva, las sensaciones del equipo fueron pésimas, tras la bajada de brazos generalizada cuando el partido se puso cuesta arriba.

En los dos compromisos anteriores, el poderío del rival sirvió como excusa, en Cáceres la situación resultó tan evidente que tan solo la relajación posterior a la victoria clave ante el Cadí La Seu mitiga un poco el dolor de la imagen mostrada por un conjunto naranja que ya trabaja para redimirse frente al Universitario de Ferrol.

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